lunes, 16 de noviembre de 2015

SALVAJISMOS


Barbarie, crueldad, salvajismo, atrocidad, llamadlo como más os guste. Lo de París, califiquémoslo como lo califiquemos, no tiene nombre. ¿Cómo es posible que se pueda asesinar fríamente a personas  que nada nos han hecho? Desde el punto de vista de estos asesinos tal vez lo puedan justificar por los sinsentidos de una guerra donde mueren inocentes a mansalva simplemente porque unos iluminados se creen los representantes de algún dios, llámenlo como lo llamen, en la Tierra. Pero no tiene justificación. Ni esto ni aquello.

No obstante, y por no seguir con la misma cantinela que estos días nos llena los oídos y que nos deja la piel erizada ante las imágenes que nos han presentado en los distintos medios de comunicación, habría que preguntarse por el origen de estos sucesos, de esta masacre organizada por gente que no tiene miedo a la muerte, es más, que no tienen ni piedad de sí mismos suicidándose a la primera de cambio, con tal de llevarse por delante la vida de congéneres a los que nunca han visto jamás. Y lo digo pensando en los miles de muertos que durante los últimos años han teñido y tiñen de rojo países como Siria, Irak, Egipto, Libia, Líbano, Israel y Palestina,  etc., sin que hasta ahora solo hayan sido apenas noticia, cosa de unos segundos, en nuestros noticieros occidentales. Ahora que cientos de miles de refugiados sirios y demás llaman a nuestras puertas, a las puertas de los países limítrofes ya lo han hecho hace años, aún nos preguntamos qué pasa para que quieran venir a los países europeos, para que quieran huir de su tierra dejando todo atrás.

La guerra en estos lugares no podría durar tantos años sin países de este mundo occidental y no occidental, al que se nos llena la boca defendiendo la libertad y la democracia, sin hacer ascos a monarquías absolutistas y tiránicas del Golfo, que hacen sus negocios vendiéndoles armas a tutiplén a sabiendas de que los resultados serán los que hoy vemos padecer al género humano. Francia, Alemania, EEUU, España, Gran Bretaña, Arabia Saudí, China, Irán, Rusia, etc., etc., a través de sus industrias de armamento, animan a uno u otro bando para que descerrajen de un tiro en la cabeza a cualquiera que se cruce en su camino con tal de que sus erarios públicos sigan creciendo o bien sigan amasando con sangre sus fortunas personales. Pero ante esta hipocresía, lo único que deciden es continuar con los bombardeos, con la muerte la mayor parte de las veces indiscriminada de inocentes. Y luego nos echamos las manos a la cabeza cuando suceden hechos como este en París, o en Madrid, o en EEUU, o en Londres, o donde sea.

Condenemos la violencia, pero en ambos sitios, en los que hasta ahora se puede andar tranquilamente por la calle y en los que se hay que esconder antes de que una bomba te mande a hacer puñetas sin comerlo ni beberlo. Y por encima de todo no tengamos piedad ninguna con quienes son los máximos responsables de estos hechos, de todos estos salvajismos.

A pesar de todo, intenten seguir siendo lo más felices posible sin olvidar la sonrisa, que en algún momento del día aparecerá.

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