domingo, 22 de noviembre de 2015

¿Y BAMAKO DÓNDE ESTÁ?


-Oye, que lo de París fue la hostia, tío. Andan buscando como locos a otro par de terroristas en Bruselas que pueden armar la de dios. Como no los cojan…¡joder!.- Aquel  hombre se dirigía a su amigo, que tomaba una cerveza tranquilamente apoyado en la barra de la cafetería La Gracia, en medio de la villa, como si no hubiese otra cosa de qué hablar.

-Vamos a ver, ¿qué es, que no te apetece charlar un poco del Madrid-Barça de ayer o qué?- Quien le contestaba era un rapaz de unos treinta años que hojeaba el periódico del día como si no hubiese otra cosa mejor que hacer.- Normal, eres del Madrid. Con el 0-4 se puede charlar de todo menos de fútbol, eh.

-Déjate de chorradas, chaval, qué fútbol ni qué nada, no ves que estamos en una guerra total. Cualquier día nos ponen una bomba o entran por ahí- y señala la puerta de la cafetería- con un par de metralletas de esas y nos cargan a todos.  No sé, chaval, pero parece como si te importara todo un pito. ¡Lee, lee, y entérate bien! En cualquier momento… ¡pum!, a tomar pol culu.- Entre aspavientos más o menos forzados y gestos iracundos que denotaban el total desprecio que le producían los terroristas que habían originado el número de muertos en Francia o los que podrían venir en cualquier lugar del mundo, el hombre se acodó en la barra y le pidió a la camarera un café con leche, corto de café y con sacarina, mientras  solicitaba un par de magdalenas para acompañarlo.

-¿Así que en París, los muertos, eh, guaje?  Tú eres de los de Je suis París, I’ m Londres, Yo soy Madrid, I’m New York, de los que canta el himno de La Marsellesa como si fuese lo más. ¡Anda, chaval, piérdete! Aún seguía con los ojos clavados en algún tipo de artículo de la prensa en el que, por lo visto, había encontrado algún tipo de comentario que le había gustado o con el que se hallaba fuertemente en desacuerdo, porque no soltaba el periódico ni para hablar con aquel conocido que echaba el sobrecito de sacarina en el café con la mano derecha, mientras le quitaba el papel a una de las magdalenas con la izquierda con el fin de mojarla y zampársela en un pispás. Supongo que se queda muy bien pidiendo sacarina como si uno fuese especial para luego joderla con el dulce de los bizcochitos.

-No jodas, tío, que lo de Paris fue la re hostia. ¡Quién se iba a imaginar algo así! Esos asesinos están como cabras. ¡Pero si no respetan ni su propia vida!- La magdalena iba por la mitad y ya estaba echando mano a la otra con el fin de desenvolverla rápidamente. No le iba a dar ni el beneplácito de un segundo de espera. Se metió la segunda mitad de la primera y puso la segunda en prevengan dispuesto a tragar lo que le quedaba en la boca y no perder tiempo con la nueva, no vaya a ser que alguien con un kalashnikov se colara y le jodiera el desayuno.

-¡Anda, déjalo, desayuna tranquilo, no te quemes que no vas a poder hacer nada!  Además Je suis Bamako, así que déjame leer la prensa y no me des la lata a estas horas.

-¿Que eres qué?

-Bamako. ¿No sabes que allí, otros tantos terroristas de esos que tú dices, se han cargado a una veintena de personas? Eso está en África. ¿Lejos, eh? Claro que no me extraña: los muertos, para que cuenten en nuestra sociedad, han de estar más o menos cerca y ser un número grande, de lo contrario, ná de ná. No hay himno de Mali en los estadios de fútbol, nadie llora a los muertos, no hay velas ni flores, la ONU no dice nada, no hay bombardeos, etc, etc. Mira, mejor déjalo, y cuando quieras hablar de estas cosas, hablamos, pero ahora estoy leyendo el último artículo de Monteserín y no tengo ganas de despistarme. Más tarde, más.

Sigan distraídos y felices, que la sonrisa no se les borre.

 

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