domingo, 1 de noviembre de 2015

SABER ESCUCHAR


Rajoy dio marcha atrás y se reunió y reunirá con los representantes de todos los partidos políticos anti independentistas. No es mala cosa, no, que por fin se haya dignado a tomar algún tipo de medida que pueda frenar el paso adelante dado por Artur Mas, obligado por unas circunstancias que él mismo había creado, y a quien, si los hechos y las palabras no cambian de un día para otro, le quedan como President cuatro días. Aunque todos sabemos que en política se puede esperar cualquier cosa. Los del CUP advierten a Junts pel sí que no piensan apoyar a una persona que fue fiel reflejo de los recortes que se hicieron en Madrid, aplicando, si no aumentando, medidas que se tomaron durante estos cuatro años encaminadas a conseguir unas condiciones infrahumanas de trabajo, de salud, de educación, para una gran cantidad de españoles de toda traza, incluso catalanes. Pero, ver veremos, amigo Sancho, hasta dónde llega a esa firmeza.

Pues decía que Rajoy apostó por hablar con todos los líderes españoles, aunque fuese tarde, mal y nunca, pero se olvidó de una cosa importantísima: oír y escuchar al otro. No admite que nadie se distraiga ni un centímetro de lo que él piensa. ¿Qué no opinas igual que él? Pues no eres nadie, se te obvia y se acabó. Y eso es lo que le sucedió con Pablo Iglesias y me imagino que con Garzón. Que sí, que España no debe romperse, pero, atienda, buen señor presidente, que también hay que escuchar a quienes piden un referéndum, que es algo tan democrático como lo que más. ¿Por qué esa cerrilidad en no hacerlo? Pónganse unas condiciones, para lo cual hay que negociar, ergo, dialogar y escuchar a los demás, y aplíquense en casos así. No me parece justo que haya gente que, si no desea pertenecer a esta nación, tenga que integrarse por fuerza en ella. Pero tampoco me parece justo que los independentistas quieran tirar hacia adelante cuando no disponen de una mayoría de ciudadanos que apueste por ello.

Por eso, unos y otros, deberían abandonar esa terquedad, esa obcecación con la que creen que vivirán mejor y harán vivir mejor a los demás, y sentarse a hablar, a analizar la situación y olvidar la cerrilidad debajo de la alfombra.

Que ustedes disfruten de este puente y la sonrisa sea lo más destacado del día.

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