domingo, 25 de octubre de 2015

LEER


Emilio Lledó, Premio Princesa de Asturias 2015 de Comunicación y Humanidades, en un acto con alumnos de Secundaria,  insta a estos a  leer ya que somos  seres de palabra", y recomendó a los alumnos a evitar el peligro de convertirse en chispazos digitales debido al empuje creciente entre ellos de la tecnología. "Leer es hacer que fluya la palabra", afirmó antes de exaltar "la maravilla del libro", que permite "conservar lo que pensaban otros en el pasado, uno de los grandes prodigios de la cultura".
Estoy seguro que todos y cada uno de los padres de hijos que hayan leído u oído con atención a Emilio Lledó suscribirían sus palabras desde el principio al final. Y en cambio, a mi alrededor, sigo viendo como el libro sigue siendo un elemento circunstancial en la educación de los niños y los jóvenes, un apéndice que en ocasiones se compra porque algún profesor o maestro “despistado” resulta que se lo ha sugerido para leer en casa por razones que a muchos padres les trae al pairo. Por lo general, suele quedar abandonado en alguna esquina, una vez cumplida su función de haber sido más o menos leído, o pasadas las páginas de prisa y corriendo para encontrar cuanto antes la palabra fin, y normalmente olvidado hasta acabar desapareciendo al cabo de poco tiempo.
Cuando gente como Lledó se esfuerza en explicarnos la importancia que para el ser humano tiene la lectura, a mí me da la impresión de que está hablando, si ya no en el desierto, al menos para cuatro oasis desperdigados y sin comunicación entre ellos.
En los planes de estudio, cada día se le da menos importancia a la lectura cuando en realidad debía de ser una parte elemental en la enseñanza de la Lengua, la que sea. Lo que sucede es que, en vez de buscar el interés y el gusto de ese potencial lector, el adulto, el enseñante se empeña muchas veces en que lean verdaderos tochos que a ese niño o joven le importan un pito. Y así es imposible motivar a nuestra juventud, por muchos Lledós que haya y muchas recomendaciones que nos hagan.
Y si leer es dejar que fluya la palabra, de forma individual, no  impongamos a nadie a leer por obligación porque nunca sabrán cuando callar.
Disfruten del día con una sonrisa y si es con unas páginas de un libro que les guste, mejor.

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