viernes, 20 de mayo de 2016

BANDERAS: TELAS PINTADAS


Hoy lo decidirá un juez, pero mientras… ¡Venga guerras de banderas, banderolas, enseñas, gallardetes y pendones de un color o del otro!

Hace bastantes meses escribía yo que todo esto de los símbolos que se gastan en países y comunidades no es nada más que marear la perdiz para hacer comulgar con ruedas de molino a los habitantes de esos territorios. Muy bonitos, apelando a los sentimientos patrióticos, pero que se saltan a la torera nuestros mandamases y grandes fortunas “ejemplares” en cuanto les viene en gana. Se los entregan a la gente a la ligera cuando se les manda a morir a una guerra o a desfilar por las calles o en pabellones para reafirmarse en sus ideas, pero de tal manera que esa misma gente que presume de ellos no se entere de que desde arriba los están manejando a su antojo para conseguir maquiavélicamente los gobernantes sus propios fines. Deben de pensar que exhibirlos o esconderlos va a inflamar o limitar, a excepción de una minoría vociferante y extremista, las opiniones de la gente, como si esta no fuese capaz de razonar por sí misma. El mero hecho de que una delegada de gobierno de Madrid haya prohibido las esteladas en la final de la copa del rey no es más que otra exhibición chunga de la incapacidad de una persona para dirigir una administración así. A lo largo de los últimos años, me cansé de ver en imágenes de televisión o bien personalmente a grupos de gente desfilando con la bandera de España preconstitucional o la de la república, me da igual una que otra, pero ambas ilegales si nos atenemos a lo que dice  nuestra Constitución. Lo mismo pasó hace un tiempo cuando desde los estamentos de algunos deportes prohibieron a los jugadores que ganaban algún tipo de final europea o mundial llevar otra bandera que no fuese la de España, como si añadir al festejo la de las Comunidades fuese un acto repugnante e indigno. Estos radicalismos extremos por parte de personas que nos dirigen no están apartados en absoluto de los radicales que piensan lo contrario. Son tal para cual. La libertad para expresarse ante la sociedad debería de ser uno de los artículos más respetados de nuestra Constitución, pero vemos que no es así: hay casos y casos. Neonazis, republicanos, franquistas, independentistas, nacionalistas, monárquicos, etc. deberían guardar sus banderas en su propia cabeza, o enterrarlas, en vez de acusarse entre sí como si el causante de todos los males fuesen los demás. Las banderas no son más que trapos coloreados y punto. Que cada uno lleve la que quiera dentro del respeto máximo a quienes lo rodean. Y eso también pasa por la ausencia de insultos o de pitidos a cualquiera que no piense como ellos. Una tela mejor o peor coloreada no debe enfadar a nadie, pero si es la excusa para el insulto entonces sí. E igual me da un paño que otro. Y es que la libertad de expresión no puede nunca estar reñida con la tolerancia y la consideración hacia quien no piense como uno mismo. Que se dejen de tonterías y que entren con las banderas que les apetezca, como si quieren hacerlo con la del País de Nunca Jamás, si es que alguien la inventó, o con la de las tibias y la calavera. Y que, por encime de todo, prime el fútbol y no este tipo de zarandajas.

 

Disfruten del fin de semana y no pierdan la sonrisa.

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