Hoy
nuestro soberano nos enviará un mensaje
a todos los españoles mediante el cual nos enfrentará nuevamente a una serie de sesiones tediosas y
cansinas con las que nuestros representantes políticos nos aburrirán sobre manera. Pero lo que es más
importante, y que afecta directamente a nuestros bolsillos, nos obligará a
gastar un montón de decenas de millones de euros como si hubiésemos estado
hasta ahora absortos escuchando al grupo musical más cañero de los últimos años
y les hubiésemos pedido un bis a voz en grito, en vez de habernos quedado mudos
por la sorpresa de su falta de voz, responsabilidad y decisión a la hora de la
actuación más importante de los últimos años, es decir, la de formar gobierno.
Por lo menos, podría también recomendarles que no cobraran, o que devolviesen
los dineros que hasta ahora se han metido entre pecho y espalda, ya que aquello
para lo que habían sido elegidos no lo han llevado a cabo. ¿Se imaginan a un
ciudadano contratando a un constructor para hacer una casa, al que le adelanta
un dinero contante y sonante, y al final no hubiese puesto ni los cimientos,
mientras vuelve a pedir a ese ciudadano que le dé más dinero para ello? ¿Qué le
respondería si no que le devolviese cuanto antes le había entregado? Lógico,
no. Si el trabajo está sin hacer, de cobrar, nada de nada. Y eso han hecho
nuestros electos del pasado 20-D. No han cumplido, luego no deberían de cobrar.
Pero de eso, tararí, tarará. Es más, los partidos han cobrado por número de
diputados, por votos, por todo cuanto les da la gana. No sirvió de nada y ahora
vuelven, o nos mandan, a las urnas para volver a repetir la jugada. ¡Es una
vergüenza! Lo malo es que el rey, nuestro Jefe de Estado, entra al juego, un
juego que saca y seca los bolsillos de los ciudadanos mediante el cordón
umbilical que nos une al Estado y sus finanzas, a través de leyes aprobadas por
ellos mismos para llenarse sus talegos. Me gustaría que alzara un poco la voz
para contarnos a los españoles su decepción y sus recomendaciones serias en
materia de gastos electorales, en vez de ser un mero comparsa en toda esta
farsa. Pero ya sabemos que pinta poco o nada, así que, mientras sea una
entretenida figura decorativa apta para estos y otros desmanes de carácter político,
todo lo que puede hacer para ganarse el sueldo es plegarse a los partidos y sus
leyes para continuar viviendo del cuento, es decir, perpetuarse para seguir
viviendo feliz y comer perdiz, entre otras cosas. Lo que es lo mismo, ande yo (o
sea, él) caliente, ríase (o cabréese) la gente.
Bueno,
a seguir disfrutando de estos días de sol y que la sonrisa no les abandone
nunca.
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