miércoles, 15 de noviembre de 2017

INTERPRETACIONES MÍAS, CON PERDÓN.


“Lucharemos hasta el final”, repetía Marta Rovira hace unos días entre sollozos, en declaraciones a pie de calle a la Tv. ¡Qué cosas hubo que oír, hay que oír y lo que nos queda!. Pero lo más chocante es ver a esos políticos que lanzaron una andanada  a la línea de flotación de España verlos en este momento, si no renegando, echándose las manos a la cabeza, sin esposas por más que Rufián se empeñe y las muestre en el Congreso (lo que da una idea de la calaña del sujeto en cuestión), porque no habían planificado absolutamente nada en el caso de que la independencia les hubiera salido bien. Y tras ellos dos millones de catalanes como corderitos. “¿Dónde vas Vicente? Donde va la gente”. Y así en filas de un montón, desfilando por las calles de Barcelona ¿sin violencia? Y es que lo de la violencia no lo entiende nadie porque, según ellos, sólo se denomina así a la que se ejerce de forma física, como la demostrada por las fuerzas de orden público, menos los Mossos que se escaquearon a las órdenes de los impresentables de turno. Deberían, los que así piensan, leer algo más y no hablar a la ligera. Desde hace años, a los catalanes, desde los distintos gobiernos que tuvieron, les metieron a calzador determinadas consignas ideológicas, a través de la educación y de los medios de comunicación, que nos han llevado hoy a esto. Se les enseñó a sus ciudadanos, a muchos de ellos, que España era una tierra que estaba destruyendo su país, Cataluña; se les enseñó una historia de su país distorsionada; se les cebó con un odio cultural contra todo los español; se les engañó con discursos falaces sobre todo tipo de estructuras sociales, económicas, culturales, etc. que eran la repera para Cataluña y los iba a hacer el país más moderno y rico de Europa; y así un año tras otro, un dirigente tras otro. ¿Ahora qué? ¡Anda tú que no hay maneras de violentar a la gente y. más aún, de que la gente se violente contra los demás que viven en su entorno! Porque lo que han logrado con todo esto es que el conflicto social que han creado no se limite solamente a Cataluña, sino que se ha transmitido a toda España, unos a favor de que se vayan (seguramente los menos) y muchos renegando de ellos después de haberse llenado los bolsillos y su país, como a ellos les gusta decir, con el sudor de conciudadanos de otras Comunidades que tuvieron que irse sin remedio allí a trabajar porque vieron como determinadas empresas cerraban en sus pueblos para instalarse en el noreste, o se realizaban grandes obras estructurales en la misma zona, o se llevaban allí grandes eventos con grandes resultados económicos, o porque sí, gracias a los regalos de los otros dirigentes, los de Madrid, que casi siempre necesitaron para gobernar el apoyo de otro partido y se echaban en brazos de CiU, hoy PdeCat, o de ERC como si a estos les interesase lo que sucedía fuera de las límites de Cataluña.

Bueno, cansé, y ya saben que no me gusta enfadarme, o sea, que lo dejo y voy a echarme unas sonrisas a cuenta de mi nieta. Prueben a hacerlo y, si no tienen nietos, échenlas aunque sea a costa del flequillo de Puigdemont.

 

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