Como consecuencia del caso de las
grabaciones a la Ministra de Justicia del Estado Español en conversaciones con otras detacadas personalidades hace unos años, se están descubriendo
verdaderas atrocidades entre determinados cargos públicos que ¿han velado y lo siguen haciendo?, o con
esto nos engañan, por la democracia en nuestro país. Si las grabaciones del “famoso”
comisario Villarejo son ciertas, es decir, no están sacadas de contexto o
revisten irregularidades, y hasta ahora ya se han conocido varias aunque
algunas haya quien las intente ocultar u olvidarse cuanto antes de ello
corriemdo un tupido velo en interés mutuo, un quid pro quo que quizá apañe las
anomalías propias y ajenas, lo que se está sabiendo es una bomba que sacude los
cimientos de una clase política y judicial que se vuelve asquerosa ante los ojos
de los ciudadanos. Las cloacas del Estado, verdaderamente, estarían tan llenas
de mierda que por algún sitio debían de rebosar. Y el hedor alcanza a tal distancia
que no puede haber ni un solo español al que no le repugne lo que ha estado
sucediendo durante años en nuestras instituciones.
Increíble, pero supongo que el tal
Villarejo habrá pensado desde su celda que donde las dan las toman. Y ahí está.
A saber cuántas más grabaciones obran en su poder y qué democracia existe en España
si las conversaciones mantenidas por otras “joyas” del Estado son asemejadas a
las que venimos oyendo los últimos días.
En este país no queda títere sin cabeza. A
finales del siglo XVIII, en Francia acabaron con un sistema político degradado y
tiránico, a pesar de los errores cometidos inmediatamente después, en base a
unas ideas que arraigaron enseguida en la mayor parte del mundo, pero que hoy
en día han caído en el olvido debido a los fuertes intereses de gente que solo
persigue el poder político y económico para gobernar e influir en los
gobernantes llenando sus propias faltriqueras. Ejemplos, a montones. No digo que haya que volver a la
guillotina, no, nada de eso; pero sí que cuando haya que elegir a nuestros representantes algún
día lo podamos hacer eligiendo a quienes queremos de verdad y no a gente
indeseable, conmilitones metidos por su jefes en unas listas cerradas para chupar y
callar unos a cuenta de otros, o elegidos otros por los anteriores para cargos institucionales desde donde los puedan ayudar por más que nieguen, con la disculpa de la imparcialidad, hechos a todas luces evidentes, y que deberíamos enviar a su casa de una vez y
por todas dejándolos antes con el culo al aire.
Y tal vez sea verdad, y así lo creo, que no
son muchos casos entre los miles que hay, pero es que son los que están arriba
de la pirámide, los que manejan el cotarro. Y de cara a cualquiera, son la
vergüenza de este país y, por ende, de todos nosotros, los que aún confiamos
que hay personas buenas, sanas, cuerdas y responsables que podrían darle la
vuelta a esta chaqueta de corrupción, asquerosidad y putrefacción que envilece a España, aunque antes tengan que darle también la vuelta a la chaqueta de sus propios partidos.
Sigan ustedes bien, no se
encabronen demasiado y saquen fuerzas para esbozar una sonrisa en cualquier
momento del día. Esto ayuda y mucho.
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