Son mucho más grandes los egos que el interés
de los españoles. Lo que acabamos de ver estos dos días pasados en el Congreso
es la prueba palpable de ello.
Ni unos ni otros dan su brazo a torcer un
poquito nada más con tal de confrontar con el partido contrario. Son incapaces
de llegar a acuerdos. Sólo cooperan cuando consiguen prebendas a nivel
particular. Ni a los vascos, que siempre logran, a la chita callando, aumentar
a cambio de sus votos las diferencias
económicas con el resto de Comunidades y les importa por tanto muy poco el
resto de España; ni a los partidos catalanistas (léase Junqueras y Puigdemont
con sus adláteres, éstos porque ya sabemos dónde se han mangado, en la tozudez
más absoluta con sus ansias anticonstitucionales), que sólo miran por su futuro
en un para ellos predecible país de jauja; ahí tenemos al Partido Regionalista
de Cantabria, con sus pretensiones siempre reclamadas del AVE desde Palencia,
entre otras cosas, con Revilla a la cabeza, el político tal vez más populista
conocido en España, capaz de cambiar una lata de anchoas por una autopista o un
puesto para su partido en el Congreso; o Coalición Canaria, despechada al haber
sido despedida del gobierno en su comunidad precisamente por la coalición de
otras formaciones; y Compromís, que deja claro que la balanza fiscal de su
Comunidad no se ajusta de ningún modo y quiere más, aunque se olvida del
derroche que se hizo de malas maneras por los políticos elegidos durante las
décadas pasadas, mientras que otras regiones, que si ajustaron más, hoy no
tienen ni Ciudad de las Ciencias, ni Parque de Atracciones, ni circuito urbano, ni
visitas del Papa, ni nada de nada: que pidan cuentas y los dineros a quienes
los llevaron a ese modelo económico fracasado; ni Vox, que sigue a lo suyo,
intentando volver al siglo pasado o al anterior; o PP, para quien España es lo
primero, pero queda en segundo plano si sus intereses partidistas se tornan
menores en las urnas, más aún con un Casado que no acaba de casar del todo en
este mundillo; y Cs que, cada día más, sigue sin saber si sube o si baja, y se
conforma con negar la mayor, que ha pactado con Vox, aunque gobierne claramente
con él, y ha visto cómo huyen personalidades de su partido asustados por la
deriva de un Rivera iluminado; en Unidas Podemos no se sabe todavía si están
Unidas o Unidos y cada confluencia tira para su casa y baila al son que mejor
le vaya: así que lo que tratan por todos los medios, dicen, es dotar al futuro
gobierno de un tinte progresista, que no sé qué coño querrán decir con eso,
porque intentan llevar a cabo cosas que todos sabemos que, por alcance
económico, son inviables, además de tejer su trama con el fin de colocar en
puestos punteros a algunos y algunas de los suyos y de las suyas, sobre todo a
quienes tienen que pagar un chalet que costó un riñón; y dejé para el final al
PSOE, o mejor dicho, a Sánchez, el de no es no, que ahora recoge de su propia
cosecha cuando le contestan desde el PP ¿qué parte de no es no es la que no
entiende ?, y es que, encastillado a la vista de los resultados que obtuvo
desde su regreso a la política, se cree el ente salvador de la Patria al que
nadie le dice qué tiene que hacer y todos han de plegarse a su creencia de
absoluta sabiduría, provocada inequívocamente por una mente endiosada incapaz
de ver el bosque de madera que aflora a sus ojos, mientras se decanta por la
intransigencia ante el palillo en el ojo ajeno.
Y mientras, henos aquí, en esta España
nuestra, sin Gobierno desde hace meses por la ineptitud de todos estos políticos
que no entienden lo que es un pacto por España, en vez de un pacto por el
sillón; los españoles seguimos entendiendo la palabra democracia, su
significado, pero para ellos es sinónimo de poltronacracia
y se olvidan de que los que los votamos nos estamos hartando de tanto inútil.
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