Pues ya está. Consumatum est. Seguimos sin Gobierno. Del Congreso hoy unos
salieron más que cabreados, por motivos diferentes, y otros más contentos que
unas pascuas.
Llevamos tres meses desde las elecciones y del
comportamiento de la izquierda española ha quedado un regusto a ineficacia enorme.
No han sido capaces de ponerse de acuerdo con todo a favor. Ahora unos le echan
la culpa a los otros, es de película cómica si el resultado no hubiese sido tan
degradante para esa determinada clase política que ha salido elegida en las
urnas.
En el otro lado, en los bancos de la
derecha, se frotaban las manos viendo el espectáculo y deseando con todas sus
fuerzas que, en vez de tener que esperar a septiembre por si sus contrincantes
tocan la flauta de casualidad, se convoquen unas elecciones cuanto antes mejor;
saben que con este resultado de hoy quienes han salido escaldados han sido PSOE
y Unidas Podemos.
En los discursos de esta mañana han salido a
relucir las fobias existentes entre Sánchez e Iglesias que, a fin de cuentas,
han sido y son, junto con dos o tres más de los más allegados, los grandes
impedimentos para formar un Gobierno de Coalición. Tiene su explicación: España
no está acostumbrada a ello. Hasta la actualidad, siempre se han ido alternando
los dos grandes partidos en el poder y se escapa de sus manos el significado de
alcanzar acuerdos para formar un Gobierno entre dos o más partidos. Falta de
cultura democrática. El poder es el poder y ninguno lo quiere soltar, como
mucho permitir unas migajas para distraer al posible aliado y que no se enfade,
o bien, ante la necesidad del contrario, querer dejarlo en calzoncillos pidiendo
la gloria bendita. Pero, claro, cuando unos egos tan enormes como de los
líderes de las formaciones de izquierda chocan, se produce este encontronazo
que, no por no haberlo visto con anterioridad, sorprendió a la mayoría de
españoles.
Cuando se echan la culpa uno a otro, ambos tienen
razón: uno porque estuvo durmiendo bajo el árbol esperando que la fruta
madurase a su gusto sin hacer nada más que tumbarse a la bartola a verlas
venir, al estilo Rajoy, y otro porque, cuando se quiso dar cuenta, la fruta se había podrido en
el árbol y ahora tendrá que volver y esperar a la próxima cosecha. Entretanto,
ustedes y yo también a verlas venir y a pagarles el sueldo aunque no sé por qué.
A ver si nuestros políticos, me da igual
cómo, arreglan algo y tenemos un Gobierno de una santa vez. Tanto presumir de
la grandeza de España y de su importancia en la UE, y no somos capaces ni de
esto. Somos el hazmerreír, un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas.
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