A veces las cosas tienen explicaciones de
lo más sencillas. ¿Hay contagios? Pues sí. ¡Cómo no va a haberlos si las normas
están para incumplirlas!
Me
cuenta una señora que vive en un pueblo pequeño de Tinéu que este último fin de semana
lo estuvieron disfrutando por allí once personas que viven en Uviéu, uno de esos concejos cerrados
perimetralmente.
También me susurran que, aunque Grau esté
también cerrado de la misma forma, hay determinadas personas que incluso se
permiten ir a tomar un vino o el vermú a Pravia. Quién sabe, o a otro lugar,
que no solo lo sirven en este concejo, hay más abiertos para poder ir.
No sé a qué llaman confinar el perímetro de una ciudad o de un concejo. Tampoco sé quién o quiénes tienen el deber de evitar tamaños desaguisados. Ya no sé, por no saber, si el virus tiene predilección por unas u otras personas y quienes se saben libres- listillos de pacotilla- hacen lo que se les antoja a cuanta de poner los dientes largos a los ignorantes cumplidores de las normas. Tampoco sé si hay responsables de alto nivel político capaces de controlar, por los medios que sean, estas conductas que ellos mismos han dictado y prohibido mediante Decretos en los Boletines de Estado o de la Comunidad- a lo mejor los escriben para pasar el rato, porque se aburren de no hacer nada, y les salen resultados chungos por creer en lo increíble, es decir, que la gente es muy responsable y conocedora de los riesgos que se supone pueden pasar por hacer lo que quieren. Y la mayoría sí, pero con los energúmenos que son los que extienden la enfermedad algo habrá que hacer para resolver el problema-
Verdaderamente, me declaro total y absolutamente profano en este tipo de materias y quizá por
ello desconozco las respuestas.
Ayer mismo, un conocido que vino a echarme
una mano para quitar una gotera en una casina vieja, requetevieja, que tengo
cerca de mi domicilio habitual, me contaba que, cuando se dirigía en coche a mi
encuentro, al pasar en coche por San Playu, había más de una veintena de personas
aglomeradas a la puerta y alrededores de una casa donde, parece ser, había fallecido un
hombre de mediana edad. Unos con mascarilla y otros sin ella, sin distancia ni
leches. Todo al lado de la carretera general de entrada a Grau. ¿Alguna
autoridad lo vio? Porque no fue cuestión de unos minutos, no, fue cosa de
horas. Por lo visto no, mira que es casualidad, o suerte para quienes se
amontonaban. En los tanatorios no se relajan las normas por un deceso, al
revés, todos toman más medidas; pero dependiendo de quién sea y donde sea, por lo que me contaron,
debe de permitirse. Vete tú a saber por qué. Otro asunto para el que no tengo respuesta.
Pero, hala, a cumplir normas los de siempre, esto sí lo entiendo, los que pueden pagar. Si aparcas mal, multa al canto. Si vas tú sin mascarilla, multa al canto. Si no respetas la distancia o fumas en una terraza, multa al canto. Si eres de tal etnia, aquí paz y después gloria, a fin de cuentas, como dicen algunos, de dónde vas a cobrar. Y así con tantas y tantas cosas. ¡Viva España y vivan los españoles, sobre todo los que viven a cuenta de los demás sin dar nada a cambio ni intentarlo siquiera! ¡Y todos contentos, eh, no se te ocurra protestar porque te acusan de…cualquier cosa!
¡Y gracias que todos somos iguales ante la ley, que si no...!
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