Van
diez meses y seguimos igual, sin un gobierno como es debido. Bueno, no, no lo
mismo. Por el medio, la corrupción triunfó entre los españoles, los cuales
votaron nuevamente por mayoría al PP, el PSOE se ha convertido en una bomba de
relojería a punto de implosionar, Ciudadanos, a la vista de las elecciones de Galicia
y País Vasco, se diluye a marchas forzadas, Podemos se halla inmerso en una
lucha interna por el poder, por más que al mono nos lo vistan de seda y nos
hablen de objetivos comunes pero por caminos distintos, y los catalanes han
apostado por el referéndum lanzándose al vacío sin saber si llevan paracaídas o
hay una buena colchoneta al final del vuelo.
Lo
que nos queda ahora es ver al PP, ufano y prepotente, lanzarle dardos envenenados
al PSOE sabedor de la debilidad actual por la que atraviesa, e incluso ponerle
condiciones a sabiendas de que unas terceras elecciones lo darían ganador con
más votos aún que en las anteriores. Sabedor también de que el PSOE, en este
caso, se enfrentaría a una disyuntiva entre pedir el voto por el bien de España,
o sea, para apoyar al PP aunque sea con una abstención técnica como nos cuentan
ahora o volver pidiendo el no a Rajoy, por más que Sánchez haya sido defenestrado
por las fuerzas carcas socialistas a causa de esta postura.
Si
se llegase a las terceras, cosa extraña en este momento a la vista de la
postura de los grandes megalodones socialistas, el PP, que se siente fuerte a
la vista de lo que tiene como oposición, se frotará las manos y solo les
faltará a sus dirigentes ponerse a bailar la conga durante un par de meses,
esperar a que salgan más casos de corrupción en los que se halle implicado,
desear que los resultados de los juicios actuales contra miembros suyos sea
demoledor y luego poner cara de sufrimiento ante ello para convencer a los
españoles que Rajoy y cía son más inocentes que un niño de dos meses. Los votantes,
a punto de llorar de pena y sintiendo una lástima total por esos pobres e incomprendidos
defensores de España que tanto dicen que han luchado contra ello, los votarían
y las urnas se llenarían hasta el borde de papeletas peperas.
¿Y
el sentido común de los españoles a la hora de votar? Pues valdría tanto como
la opinión de los militantes y simpatizantes socialistas en estos momentos. O sea,
no sirven de nada.
Sigan
ustedes bien, alégrense y sonrían ante la situación política tragicómica que
discurre ante nuestros ojos y aprovechen el otoño
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