sábado, 26 de noviembre de 2016

PAVÓN, HIJO ADOPTIVO DE LA VILLA







(Hoy ha sido un día excepcional en Grau: por fin se reconocía a Pavón con un título que debía haber recibido hace años. Tanto él como su familia me eligieron para hacer su glosa en tal homenaje y el privilegio que me proporcionaron fue y es algo que nunca podré describir ni agradecer suficientemente con palabras por la alta estima y el profundo aprecio y cariño que siento por él. Gracias, Toni y Regina, por ello. A continuación reproduzco el discurso que pronuncié en su honor y que no hace justicia, por incompleto, a cuanto fue y sigue siendo)




A ANTONIO PAVÓN PALOMO, de Avilés, segundo apellido de su padre, como en muchos momentos nos relataba a sus amigos en tantos momentos de aprendizaje con él como ser humano excepcional, como trabajador altruista por causas que consideraba justas y necesarias, como gran contador de historias que es, hoy se le nombra oficial y socialmente HIJO ADOPTIVO DE GRAU. Ya sé que alguien habrá que diga que institucionalmente ya lo es desde el pasado día 16 en un Pleno Extraordinario, y además por unanimidad de todos los munícipes, con independencia del partido a quien representan, hecho este que ya habla por sí solo sobre el grado de reconocimiento con que cuenta Toni en esta villa, pero su presentación real ante sus amigos, vecinos y ante la sociedad no debemos olvidarnos que es hoy, día 26 de noviembre de 2016, dos meses justos después de que un Decreto de Alcaldía iniciase el expediente evaluador para la concesión de este Título, luego de que la solicitud realizada por catorce entidades mosconas durmiese por desgracia o dejadez en algún cajón una larga siesta de seis años.
TONI, enhorabuena, felicidades, porque no hay nadie, por más nombramientos que hubiere o hubiese, que lo mereciese tanto como tú. A veces los reconocimientos llegan algo más tarde de lo que algunos hubiésemos deseado para ti, pero no por ello dejan de ser motivo de una enorme satisfacción para todos cuantos te queremos y para todos aquellos habitantes de esta villa que, aún sin haberte conocido tanto, a partir de ahora podrán tener un referente fundamental sobre lo que significa trabajar por un pueblo al que, en cierta medida, le has devuelto a lo largo de más de sesenta años todo cuanto consideraste que te podía haber dado a ti. Aunque Grau se quedó corto, porque tú, y lo digo con toda el alma, aportaste muchísimo más.
Toni nació en 1940 y pasó su infancia con sus abuelos maternos en el llamado Barrio del Cerro de la Cruz, desde donde podía admirar la maravillosa y fértil vega regada por el Río Guadalhorce, la Peña de los Enamorados o los Dólmenes de Menga, Viera y el Romeral allá en su ciudad natal, Antequera. Estudió en el colegio público Romero Robledo, el de La Calzá, hasta los catorce años. Sé que tú, Toni, nunca lo olvidaste, pero más importante aún, lo cual muestra todo lo que significaste para su historia, tampoco ellos a ti. Porque después de tantos años, todavía se mantiene en tu colegio, el diploma que te acreditó como uno de los mejores alumnos que pasó por él y donde sé también que eres recibido con el cariño y la atención de los que te has hecho merecedor en aquellos años y en los venideros, durante los cuales nunca dejaste de presumir y sentirte orgulloso de tus orígenes.
Y llegó un 21 de mayo de 1954. La vida hizo que tu destino sufriese un cambio, seguramente doloroso en su momento: te ibas de tu Antequera del alma, te viste dirigido de repente hacia el norte, hacia la niebla, la lluvia, el frío y el verdor de las montañas cantábricas, hacia nuestra región,  nuestra patria querida. Pero por algo debía de ser, porque quien te recibió en Oviedo fue un sol radiante, tal vez para que no te enfrentaras tan pronto a estos cambios. Y te asientas con tu familia en Grau el 23 de mayo. Dos días con la inquietud y la intranquilidad, y, por qué no, la tristeza y la pesadumbre de no saber lo que el futuro te iba a deparar. A fin de cuentas, eras un niño. Por entonces, catorce años no eran los 14 de hoy.
Cuando te estableces aquí, no da tiempo a pensar mucho, hay que tirar del carro y ponerse a trabajar aprendiendo un oficio que te garantizase un mañana mejor. Aquellos años cincuenta eran años duros en España y no valía tumbarse a la bartola a verlas venir. Así que comenzaste con Jesús el Gallego, en la Plaza de la Panerina, a formarte  en su peluquería. Pero aquello no iba contigo, no encontrabas en ello un futuro que te prometiese una vida mejor, eras aún joven y debías hallar otra cosa. Entraste entonces en el mundo laboral de la hostelería: trabajaste aquí en el Casino, luego en Oviedo, en el Palper, en Gijón.
Vuelves a Grau y te ocupas del comercio junto a tu familia, el que tenía en la Plaza, durante cuatro años. Tu carácter afable, tu responsabilidad, tus esfuerzos por lo bien hecho, tu gracejo andaluz, que nunca perdiste a Dios gracias, tu sonrisa empezaron a meterse en el corazón de aquellos parroquianos, de aquellos clientes a los que tanto dabas y de los que tanto aprendías. Así, desde bien muchacho, fuiste guardando en tu memoria prodigiosa anécdotas, chistes, cotilleos, hechos de la historia local moscona del siglo XX, aventuras de unos y de otros, hasta el punto de que dudo de que hoy haya alguien en Grau con más recuerdos vivos en su cabeza que tú.

 Y también llegó la calidez humana en forma de mujer, ¿verdad? Conociste a Regina, tu esposa, esta que te acompañó y te acompaña siempre a las duras y a las maduras. La mujer de tus sueños, esa de la que nunca te cansaste de alabar sus virtudes, a la que llenaste de epítetos elogiosos en tus poesías, la que hoy, a tu lado, sigue siendo la reina de ese corazón tan grande que alojas en tu pecho.
Aumentan entonces las  responsabilidades, pero a ti ni hubo ni hay nada que te frene. Y en 1971 montas en los soportales de la Plaza de Grau el Bar Los Arcos, una institución desde la que tú sigues cosechando amigos e historias y desde la que no se te pasa una, porque todo cuanto estuviese en tu mano para hacer de Grau una villa mejor, estabas dispuesto a hacerlo. Nunca te preocupabas de que se te reconociese o no el trabajo porque tu generosidad lo hacía impensable: hacías aquello que creías que era bueno para la tierra que te había acogido a mediados de los cincuenta.
Porque tú, Toni, tú nunca olvidabas el entorno social y laboral que te rodeaba.


¿Que el entonces llamado Grado C.F necesitaba una directiva para seguir manteniendo vivo este deporte en el municipio? Allí estabas, te apuntabas y colaborabas en ella con tal fin. ¿Entendías tú mucho de fútbol? Por mis charlas contigo, creo que eras de los que pasabas bastante de ello, pero siempre te alegrabas de los triunfos de los equipos de tu tierra del sur y de esta del norte. ¡Así que cómo no ibas a querer lo mejor para el club del pueblo en que vivías! Hoy eres el socio nº 1 del Mosconia.
¿Que hace falta arreglar el órgano de la Iglesia? Allí te encontrabas tú para echarle una mano a D. Servando e incluso poner de tu bolsillo dinero si sabías de alguien que no podía aportar aunque fuese una pequeña cuota.
¿Qué actuaba el Coro y la Rondalla de Grau en Sigüenza en un programa emitido en directo por TVE? Ahí estabas enviando un telegrama de felicitación que además fue leído en directo por la comentarista del acto, cuando nadie más en la villa había caído en ese momento en llevar a cabo tal acción.
Y llegaron las hijas, sí, Beatriz y Patricia, esos otros dos amores que aparecen en tu vida, que te acompañan, a las que mimas, a las que quieres con toda tu alma de persona honesta, cariñosa y amigable, y que aún hoy te hacen temblar cuando las notas a tu lado. Tu cariño y amor por ellas siempre me llamaron la atención, en cualquier circunstancia, paseando o charlando ante un vasín de vino en La Tamezana, si se terciaba, aunque nunca me extraño más de lo debido desde el mismo momento en que, cuando te conocí, vi cómo andabas siempre con globos en el bolsillo para regalar a cualquier niño o niña que encontrases por la calle. Te parabas con sus madres, padres o abuelos para preguntar por ellos, te reconocían, afloraban las sonrisas a sus rostros cuando te acercabas con el globo en la mano o incluso te daban un beso. ¡Si eras así con los que te cruzabas en la calle, cuánto no harías tú por esas dos hijas maravillosas que tienes!
La familia, sí, esa familia que tienes ha sido siempre el motivo de tu mayor orgullo. Siempre que salían a relucir en nuestras charlas las relaciones personales, la familia era tu núcleo existencial hasta el punto de emocionarte, porque tu sensibilidad y el enternecimiento que mostrabas siempre fue algo que a mí me conmovió.
Mientras, aquel diagnóstico ya conocido de tu enfermedad visual, la retinosis pigmentaria, se complicaba cada vez más. Vueltas y vueltas, hasta que lo más temido se hace realidad. Es degenerativa y a la larga acabarás perdiendo la vista. No había ni hay solución Pues sí, pero ¿acaso eso hace que dejes de ser tú mismo? De eso, nada. ¡Cómo te iba a derrotar a ti esa enfermedad! Ahora tenías mucho más tiempo libre y… Sigues adelante, ya no corriendo, pero sí a pasos largos y sin pausa, trabajando por Grau como si fueses un moscón más. En realidad, ya lo eras, o mejor, ya lo habías interiorizado. Podías haber nacido en Antequera, sí, pero después de tantos años te habías convertido también en un vecino más de nuestra villa. Te lo escribió Valentín Andrés en la dedicatoria que te firmó en julio de 1980 de su libro Guía espiritual de Asturias y obra escogida:
“A Antonio Pavón Palomo, andaluz injertado en asturiano y que es tan buen asturiano como simpático andaluz.”
Y entonces, puesto en contacto con otras personas con la misma discapacidad, te lanzas y creáis la Asociación Asturiana de Retinosis Pigmentaria, de la cual serás el Primer Presidente, cuyo cargo desempeñarás, creo, que durante siete años. También entras en la directiva regional de la ONCE  en la que permaneces unos ocho años. O sea, que no parabas, era imposible; tus ansias de ayudar siempre se mostraban en aquellos momentos en que todo parecía condenarte al ostracismo, pero tus inquietudes hacían imposible que tal cosa pudiese suceder, al menos mientras fueses capaz de hacer algo que estuviese en tus manos.
Y en Grau, otro tanto de lo mismo. Nada escapaba a tus preocupaciones por hacer que este pueblo fuese mejor cada día.
¿Qué se habla de crear una asociación de comerciantes?  Allá vas y eres uno de los fundadores trabajando más que nada para apoyar esta actividad dormida en la villa y echar una mano en todo cuanto deseasen y estuviese a tu alcance.
¿Que la Hermandad necesitaba un empujón para que estas fiestas mantuviesen su romería tradicional? Toni tira hacia adelante, y se hace cargo de su presidencia durante varios años dejándola hecha un jaspe, con el mayor número de socios hasta entonces conocido, creando la fiesta de Santanina para los niños y con un superávit que hasta entonces nadie había logrado.
¿Que se celebra el centenario del nacimiento de D. Valentín Andrés? Pues algo hay que hacer para que su nombre siga siendo recordado. Y allá te vas y convences a Luis Martínez, Fernando Lenon, Manuel Antonio, Chema Blanco e incluso a mí mismo y, junto con el apoyo del Ayuntamiento, con su concejal de Cultura a la cabeza, tu primo como dices siempre, Sánchez, se crea primero el Colectivo y luego la Asociación Valentín Andrés de la que fuiste Vicepresidente durante muchísimos años, donde hoy aún continúas como vocal, y en la que desarrollaste una labor ímproba, pendiente en todo momento de cuanto fuese necesario, entrevistándote con quien considerásemos preciso, igual te daba en el Ayuntamiento que en Cajastur, o en la ONCE, con quien gestionaste la publicación de los libros editados por la AVA en formato audio para todos los invidentes de España. Y por delante siempre uno de tus lemas favoritos: “Hay que ser operativo y actuar, dejarse de palabrería”
Y todo esto no te bastaba. Para ti nunca fue suficiente. El tiempo lo sacabas de debajo de las piedras.
¿Qué en la Biblioteca había cuentacuentos para niños pequeños? Toni aparecía a la hora en punto por ella para colaborar con Gustavo en lo que pudiese o, incluso, contar alguna historia a aquellos pequeñajos ansiosos siempre por aprender.
¿Qué César  García Santiago, el Gildo, para entendernos, está interesado en hacer una historia fotográfica de Grau? Pues Toni recorre la villa, habla con todos sus conocidos y recopila decenas de fotos para que Cesín edite la Memoria Gráfica de Grau entre 1871 y 1971.
Pero tú no olvidabas tus orígenes. El periódico El Sol de Antequera te llegaba habitualmente para enterarte de todo cuanto sucedía en tu tierra natal.
Seguías viajando a ella todos los años y tus relaciones y gestiones con distintos estamentos y personas de allí no pasaron inadvertidas. Siempre habías sido el embajador de Antequera en Grau y de Grau en Antequera. Por ti vinieron de allá a visitarnos y por ti fueron de aquí a conocer aquella maravillosa e histórica ciudad, como cuando gestionaste y enviaste a una excursión del Hogar del Jubilado Moscón que fue recibida a las puertas de la ciudad por el director de la emisora de Onda Cero, el Sr. Clavijo, buen amigo tuyo, que los esperaba con guías municipales para realizar la visita, puesto que en aquel Ayuntamiento también eras más que conocido y apreciado por su gobierno local, hasta el punto que, aun siendo sábado, lograste que fueran recibidos por el Alcalde antequerano en las dependencias consistoriales donde fueron tratados más que maravillosamente bien.
Intentaste hermanar por aquel entonces Antequera con Grau y con todo ya casi hecho en tu tierra, te encontraste con la indiferencia y la desidia de la nuestra. ¡Qué pena!
Y en tu ciudad natal, allá por el año 2004, cuando el Ayuntamiento de la ciudad otorga los premios Efebo para reconocer la trayectoria profesional o personal de ciudadanos, entidades e instituciones que hubiesen destacado por su labor, entrega y ayuda a los demás, tú fuiste uno de ellos, uno de los galardonados, haciéndosete entrega en un acto solemne, supongo que en el Teatro Torcal, junto a los demás premiados, el día 28 de Febrero, el Día de Andalucía. Era el reconocimiento de su tierra a un antequerano admirable.
Días después, el centro donde habías estudiado te entregó en un acto en sus dependencias una placa, con fecha 21/5/2004, en la que reconocían tu inmenso trabajo y los cincuenta años desde que te habías ido de él. Hasta tuviste que dar una charla a los alumnos mayores, donde disfrutaste al máximo recordando tu infancia por aquellos parajes, sus calles, sus monumentos, su colegio.
¿Y mientras, en esta tu otra tierra, qué?
Seguías a lo tuyo.
¿Qué una serie de discapacitados desea fundar una Asociación que ayude en Grau a todos cuantos en la villa tienen algún tipo de impedimento o minusvalía? ¡Cómo iba a faltar Toni! Y participa y colabora en la creación de PRÁMARO.
Entretanto, una nueva alegría había venido a engrandecer más aún su corazón: nace su nieta Lucía. ¡Hala! ¡Qué rollos le tengo aguantado! ¡Y con cuánto placer! Durante años, la palabra Lucía salía de su boca más que cualquier otra cosa. Que si crecía, que si era muy buena, iba al cole, sacaba unas notas espléndidas, que adoraba a su abuelo. Y a él le caía la baba y se emocionaba tanto contándomelo, que yo cambiaba a la brava de tema charlando aunque fuese del tiempo para que se tranquilizase. “Otra mujer en casa. Estás rodeado por todas partes”, le decía yo. Hasta que apareció Hugo, su otro nieto, y su felicidad fue completa viendo que su familia había aumentado con otro nuevo miembro. ¡Cuánto deseó este nieto, lo sé bien, tenía sus razones para ello! Había completado el círculo, se le veía henchido, orgulloso, feliz.
Pienso que muchas cosas que hay en Grau o que se hicieron en su momento no habrían sucedido sin su presencia. Es un ser incomparable. Como tengo oído por ahí, el día que naciste, Toni, rompieron el molde.
Va siendo hora de terminar. Me dejo muchas cosas en el tintero y a buen seguro que Toni me recriminará no haber dicho eso o esto otro, haberme equivocado en aquello de más allá, pero…. Lo siento, guaje, espero que sepas perdonarme. Se me acaba el tiempo para poder seguir hablando de la colaboración tuya con la Residencia de Ancianos, de tus paseos con tu fiel escudero, Joaquín, por Grau, de tus asistencias habituales a los Plenos para conocer de primera mano cuanto sucedía en tu pueblo, de tu presencia en los actos de cualquier tipo de actividad artística o literaria, de tu interés por el Aula de las Metáforas, por el Foro de Creación y Lectura, de ese mes de mayo que tanto te gusta, del listín telefónico que guardas en tu cabeza, de la retahíla de fechas de santos y cumpleaños que atesoras de tus conocidos, etc., etc.  No hay días para contar todo cuánto fuiste para esta villa y modestamente intenté resumir algo de todo ello. Porque para saber cosas tuyas no basta con hacer una recopilación, una glosa de tus infinitas acciones. Para conocerte, hay que vivirte.
Hoy, amigos, este árbol robusto y vigoroso, llamado Antonio Pavón Palomo, enraizado en Antequera, ha echado sus ramas, sus flores y sus frutos en esta tierra nuestra. Llegó al país de la niebla y el orbayu, y aquí en Grau lo transformó con el calor de sus sentimientos, la luminosidad de que dotaba a sus proyectos, la generosidad de un hombre humilde y trabajador, la decisión de un carácter inquebrantable, la bondad de un hombre ejemplar, la entrega a sus conciudadanos y el amor que destila a través de los poros de su piel hacia todos cuantos lo rodean.
Muchas gracias por todo cuanto nos has dado. Este reconocimiento de HIJO ADOPTIVO DE GRAU es más que merecido. A lo largo de tu vida has marcado unos límites muy difíciles de superar, y siempre serás un ejemplo de lo que un ciudadano puede hacer por su tierra.
Como te dijo D. Valentín Andrés, instantes después de haber enviado aquel telegrama a Sigüenza:
“Es usted el andaluz más asturiano del mundo”
Y en Grau tenemos la suerte, y estaremos siempre en deuda por ello, de disfrutarte como vecino, como persona y como amigo.
Muchas gracias, Toni, ahora, por fin, ya reconocido oficialmente como MOSCÓN.
         J. Luis Rodríguez Alberdi
           26/11/2016


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