Cayó Puigdemont. En Alemania. Con esto no
contaba ni él ni sus seguidores. A ver ahora qué pasa, pero muy contentos no
están.
Manifestaciones en Cataluña. Y es que se
quedan sin líderes. Parece ser que, si les quitan a la docena que han
desaparecido del mapa político, al hallarse en la cárcel o en el extranjero, no
hay nadie más. Pues que pongan a Mas o a Pujol, que entienden de esos temas, al
menos del tres o cinco por ciento.
Gritos, lamentos, protestas, empujones,
insultos, avalanchas,...
Peticiones
de libertad para el ex fugado y demás “presos políticos”. ¿Por qué? Porque sí,
porque ellos, los que toman las calles, pueden hacer y decidir lo que les venga
en gana sin respetar nada más que sus ideas, pasándose por el forro las de la
otra mitad de los catalanes. Es más, hasta la prensa es insultada por informar; bueno, no toda, la más objetiva, que hay otra que vive a cuenta de la Generalitat para explicar y desinformar sobre lo que quiera.
Petición de República, saltando por encima
de la Constitución Española. Aunque, claro, Cataluña no es España, dicen. Pero
bien que se aprovecharon y se quieren aprovechar económicamente de ella para convertir ese territorio
en envidia de muchos otros, y pienso en mi Asturies patria querida, y para
llenarse los bolsillos a cuenta de ello. Una manera esta de hoy y de hace meses
de echar la gente a la calle para, entre otras cosas, distraer la atención de
casos de corrupción infumables de esa comunidad, la mala gestión de los últimos
políticos gobernantes en la Generalitat, la pérdida de confianza de grandes
empresas que se han ido como consecuencia de esas decisiones tomadas un mucho a
lo loco, etc.
Dicen que no hay violencia. Vamos, anda,
que lo que está sucediendo en Cataluña lo propician los seguidores de algunos Gandhis catalanes. ¿Qué significará la palabra violencia para esos manifestantes y para quiénes los convocan y defienden? Se lanzan huevos, piedras, latas, botellas, contenedores, lo que se
tenga más a mano, se insulta a las fuerzas de seguridad e incluso se llega a enfrentamientos
directos con ellas, se destroza material mobiliario urbano y no urbano, etc. Pero eso no es violencia, dicen; por lo visto es lo normal cuando uno va
tranquilamente, pacíficamente, por la calle de cualquier ciudad; o al menos en Cataluña
es así, de acuerdo con las explicaciones dadas por ciertos políticos: son manifestaciones
pacíficas. Lo que digan, tú. Pero a mí no me convencen. Hay detenidos y una cincuentena de heridos de momento. Pues ¡brutalidad
policial!- nos van a contar. Y a otra cosa mariposa. ¿Que fueron los Mossos en
esta ocasión? Ya se buscarán explicaciones para ello. Qué sé yo, que eran
guardias civiles o policías nacionales disfrazados. El caso es que la culpa sea
del resto de España, del estado español, que los reprime un montón, tío, que
ellos son unos santos…bajados del cielo a patadas, pero santos.
¿Dónde están los que se oponen a esa
república, es decir, millones de personas que no la quieren? ¿Por qué no están
en la calle defendiendo sus derechos? Aunque solamente sea para que se vea que
quienes ahora están en ella no representan a toda Cataluña. Ah, que es
peligroso porque puede haber enfrentamientos. Bueno, pues la visibilidad
internacional del problema queda reducida así a los que hoy chillan y protestan.
Luego que no se quejen.
¿Dónde están los políticos españoles y/o catalanes? Siguen necios, unos y otros, y
defendiendo posturas irreconciliables por falta de diálogo. Todos enrocados y
lanzándose soflamas con el fin de avivar el fuego. Cuanto peor, mejor.
¿Quién o quiénes dirigen esos Comités de Defensa
de la República Catalana, personas físicas con las que se pueda negociar? ¿O se
esconden en la colectividad para no dar la cara, son de los tiran la piedra y
esconden la mano? Porque tiene que haber gente que represente esos comités. Lo
mismo que las hay en Omnium Cultural o en la ANC.
¿Por qué se tergiversan los hechos en
función de quién hable?
Ya está bien. Seguro que me
equivoqué en muchas cosas, pero descargué toda la adrenalina que llevo dentro
desde hace unas horas Voy a apagar la tele, el ordenador y pensar en mi nieta:
la sonrisa ya me está asomando a la cara.
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