Un crimen execrable, el de un niño de ocho
años, es aprovechado por determinados políticos para hacer campaña y defender
unas posturas legislativas que mantienen en contra de la opinión de otros.
Lamentable. La capilla ardiente y el funeral del crío casi lo convierten en un asunto de estado. Solo
faltó que hubiesen señalado varios días de luto oficial en toda España y que
algunos de ellos, alentados por los gritos y peticiones de algunas personas
desquiciadas anímicamente y soliviantadas por la cercanía de la presunta
asesina, solicitasen nuevamente casi la instauración de tribunales pseudoinquisitoriales.
No estoy con esto echando por los suelos
los gritos de dolor y lamentos que sobrecogieron a la población de nuestro país
durante los últimos días. Válgame Dios. Me he sumado y me sumo a ellos. Pero a lo largo del año, existen casos
similares por la geografía española sin que las reacciones políticas hayan
alcanzado este nivel. Es decir, lo único que quiero dejar claro es que estas
ocasiones tan luctuosas, tan dolientes, tan tristes para unos padres y
familiares destrozados no pueden valer
para todo y menos aún para que nuestros políticos vayan a un pésame con doble
intencionalidad. Dice bien poco de ellos. Deberían tomar ejemplo de los padres
de la víctima, de ese pescaíto
llamado Gabriel. Descansa en paz, mi niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario