Ayer un hecho luctuoso recorrió el mundo
del fútbol: se mataba en un accidente de tráfico el futbolista José Antonio Reyes.
Desde todos los estamentos deportivos se ha
querido hacer llegar el sentimiento de dolor causado por este fallecimiento a
una edad tan temprana. Incluso hubo un minuto de silencio en la final de la
Champions y los partidos de Segunda División se han aplazado hasta el martes.
Las aficiones del Sevilla, del At. De Madrid, del Arsenal, del Extremadura, del… ,todos los
equipos por los que pasó resaltan su calidad como jugador y su campechanía y encanto
dentro del vestuario.
Sus compañeros deportivos se vuelcan en
proclamar sus aptitudes y su carácter afable y alegre. Además, era un ejemplo para todos por su profesionalidad, por si forma de ser, por su cercanía, etc.,etc., etc.
Vale. Todo muy bien. Pero, como seguramente ustedes ya saben por algún que otro artículo, hay algo que a mí no me convence debido al fariseísmo y ocultación con la que casi todos los medios tratan este asunto, obviando a propósito las causas del accidente.
Vale. Todo muy bien. Pero, como seguramente ustedes ya saben por algún que otro artículo, hay algo que a mí no me convence debido al fariseísmo y ocultación con la que casi todos los medios tratan este asunto, obviando a propósito las causas del accidente.
Me gustaría que hiciesen también referencia
a la muerte en ese accidente de los primos que viajaban con él. Nadie sabe
nada, solo se comenta de pasada y amén. Por lo visto, murió solamente José
Antonio Reyes, y su familia está deshecha; los otros, daños colaterales, como en las guerras cuando se quiere eludir la responsabilidad por decisiones mal tomadas. Ya está.
Si a esto añadimos que, según leí en un periódico deportivo, el brutal impacto
se produjo porque la velocidad se acercaba a los 200 quilómetros por hora, ¡pues vaya! Ya
me contarán: ¡un ejemplo, oye!
Si en vez de Reyes, el muerto hubiera sido
una persona normal y corriente, ni sabríamos el nombre, pero eso sí, nos
machacarían con el exceso de velocidad a todas horas y de las consecuencias que
ella acarrea, y que al cabo del año hay no sé cuántos muertos por esta razón, e imágenes aterradoras, anuncios brutales, etc ¡Ah!, pero fue un famoso jugador, un icono de fútbol. Ayer y hoy,
al menos, ir a 200 por hora no importa. Solo importa quién fue Reyes. Por unos
días, las normas o leyes de la Dirección General de Tráfico no existirán para
muchos plumillas.
¿Se imaginan por un instante que el accidente y posterior fallecimiento de las tres personas que viajaban en ese SLR McLaren hubiese ocurrido por causa de una imprudencia de velocidad semejante de otro conductor? ¡Lo que habría que escuchar entonces!
¡Oh, una última cosa!, sin ánimo de ofender
ni molestar a nadie: Allá a donde haya ido, si es que se va a alguna parte, y si
le dejan un coche, aunque supongo que le habrán retirado el carnet, que no lleve pasajeros y que cierren la autopista para él
solo. Por si acaso.
D.E.P.
Rectificación.- (3-6-2019) En el artículo anterior, escrito ayer por la mañana, se han deslizado algunos errores fruto de informaciones leídas u oídas que luego resultaron ser falsas.
1- Los fallecidos han sido José Antonio Reyes y uno de sus primos. El tercer ocupante, aunque muy grave, se halla ingresado
2- La velocidad no se acercaba a los 200 por hora, sino que se conducía a una velocidad superior a los 230 quilómetros por hora.
3- El coche no era un SLR McLaren, sino un Mercedes Brabus 8550 de 380 CV.
D.E.P.
Rectificación.- (3-6-2019) En el artículo anterior, escrito ayer por la mañana, se han deslizado algunos errores fruto de informaciones leídas u oídas que luego resultaron ser falsas.
1- Los fallecidos han sido José Antonio Reyes y uno de sus primos. El tercer ocupante, aunque muy grave, se halla ingresado
2- La velocidad no se acercaba a los 200 por hora, sino que se conducía a una velocidad superior a los 230 quilómetros por hora.
3- El coche no era un SLR McLaren, sino un Mercedes Brabus 8550 de 380 CV.
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