Como quien dice, ya se han instalado los
nuevos o viejos gobiernos municipales en España. Ya tenemos alcaldes,
concejales, oposición y demás. Negociaciones y pactos entre unos y otros o
mayorías absolutas, eso es lo de menos. Hay que ponerse a trabajar para que los
vecinos de esos ayuntamientos comiencen a notar las promesas hechas a lo largo
de la campaña electoral.
Todos los políticos, cuando daban un mitin, o
enviaban propaganda a las casas, o eran entrevistados por un medio de
comunicación, o a través de las redes sociales, hablaban de las necesidades
urgentes e inexcusables que debían ser subsanadas o completadas cuanto antes en
el concejo, dependía de cada uno en función si había estado gobernando o
aspiraba a cambiar el color municipal. Y ellos prometían el oro y el moro a
esos conciudadanos.
Unos
despotricaban contra el alcalde anterior si era de otro partido, al tiempo que intentaban
convencer a quienes quisieran oírlos que ellos iban a transformar el municipio,
porque lo que se había hecho durante los años anteriores era un desastre, y eso
si no se metían con las cuentas y dejaban entrever o acusaban directamente de
algún tipo de corrupción o falta de ética por dineros que habían desaparecido
en bolsillos propios o ajenos, de empresas afines a los ediles salientes, o que
se habían gastado a lo tonto y a lo loco; etc., etc., todo vale en campaña.
Y si era el mismo alcalde anterior u otra persona
de su partido quien se presentaba, entonces se presumía de sus logros y
prometía que, si era elegido, a lo largo del mandato acabaría dejando el
concejo como los chorros del oro, vaya que no iba a conocer el concejo ni Dios
cuando él lo dejase.
Y, por fin, como decía al principio, ya están
los consistorios preparados para ello. Se convoca a toda velocidad el primer
pleno, hay que ser rápidos y no se puede tardar que el tiempo apremia. Se toma
la primera gran medida que afecta a todos los vecinos por igual: SE SUBEN EL
SUELDO.
¡Ah!, ¿pero eso también lo habían explicado
en la campaña? Pues no me acuerdo, será que ya soy mayor y estoy gastado.
¡Qué vergüenza dan! Ni siquiera disimulan
para ello.
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