jueves, 30 de mayo de 2019

¡QUÉ CALOR!


Hace calor. A finales de mayo, el verano se adelanta o bien nos ofrece una muestra de lo que nos espera. Las temperaturas, me informa el móvil, alcanzan los veintiocho grados. Pronostican en la información meteorológica, de unas y otras cadenas, que en lo que concierne a esta zona del norte de España, mañana y pasado notaremos en nuestras carnes un aumento que será más pronunciado en  comarcas del interior. Justo ahí, donde yo vivo. Pues no nos queda nada.
¡Pensar que hoy ya me metí en casa, sudoroso y agotado, con todas las ventanas abiertas, confiando en que las corrientes de aire nos proporcionen cierto grado de comodidad y de frescura! Mañana y pasado, entonces, supongo que acabaré en la ducha y no saldré hasta el atardecer, a este paso. ¿Y si viene así la canícula? No sé, me resguardaré en la nevera o me transmutaré en pez y viviré un par de meses en las aguas frescas de los riachuelos.
Aquí, cuando el termómetro alcanza una temperatura superior a los veinticinco, la percepción de ahogo producido por la humedad ambiental que nunca nos abandona causa un efecto multiplicador sobre la sensación de calor. Es imposible. Es un fuego abrasador que causa un sofoco asfixiante.
Y en los programas sobre el clima que emiten radios y televisiones se congratulan y sonríen, mientras te sueltan que ya llegó el verano y durante cuatro o cinco días el tiempo en el norte de la Península será espléndido y comparan tan anchos y panchos las temperaturas abrasadoras del sur con las nuestras, como si quisieran hacernos ver a los oyentes que nosotros estamos en la gloria.
¿Espléndido para quién, me pregunto yo? Quizá para el turismo, para la hostelería o para los que padecen de huesos, a los que les va muy bien con él. Pero, ¿para los viandantes, para los peatones? ¡A los presentadores me gustaría a mí verlos por aquí! ¡Que no, que no, que no es que quiera que llueva todo el año! No es eso, solamente quisiera explicarles esa pequeña diferencia: humedad sí, humedad no.
Claro que tendrían la respuesta justa para ello, y yo sentiría un bochorno enorme, otro más aparte del producido por el calor y la humedad.

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