viernes, 16 de agosto de 2019

AMANECER


Tinieblas que se prolongan como almas pérfidas,
que no encuentran ramalazo de aire
que difumine las sombras oscuras que las cubren,
noche que sigue siendo noche por más que la mire.
Y, como si alguien chascara los dedos de repente,
el firmamento perezosamente se enciende
por los reflejos a mi espalda de sueños inocentes; 
sobre la faz de la tierra brotan los colores del mundo
y una luz angelical y cálida se desparrama ante mis ojos.
Me doy la vuelta y advierto su origen, su causa:
La sonrisa de Celia ya despierta al alba,
sus Buenos días, Tito,
su mirada.

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