domingo, 15 de marzo de 2020

CONFINAMIENTO


Ya estamos confinados en nuestros domicilios, o casi.
El covid19 sigue adelante, en unas comunidades más que en otras, pero sin parar. Algún día terminará y nos acostumbraremos a vivir con él, como una enfermedad más, digo yo. De momento, la situación están intentando controlarla, aunque, como muchísima gente, pienso yo, tarde. Tal vez en el gobierno se creían que éramos semidioses los españoles y solamente caerían infectados unos pocos. Pero no. España estuvo abierta a toda la gente viniese de donde viniese y aún hoy siguen nuestras fronteras abiertas; a que residentes en comunidades con un alto índice de infección se desplazasen por España para llevar la enfermedad con ellos a otros lugares; a que todo fuese casi jauja y cosa de cuatro días porque, nos decían, era una especie de gripe. En España se permitieron hasta hace unos días todo tipo de manifestaciones, y así nos va. No pasaba nada, teníamos un sistema sanitario que nos protegería de cualquier mal. Pero, ay, que no, que no era para tanto, que nuestro sistema de salud, desde hace años, adolece de falta de personal y de material. La crisis lo machacó y los años siguientes lo dejaron como estaba sin invertir lo necesario. Es más, nos lo venden como ejemplar, cuando en realidad las listas de espera son interminables y, que conste, el fallo no está en los profesionales, no, sino en la falta de ellos. Incluso, cuando Amancio Ortega donó material de diagnóstico, por ejemplo, aparecieron algunos iluminados políticos que rebatieron tal decisión, pero sin poner remedio a lo que faltaba a la Sanidad Pública. Hoy, el covid19 sigue y en algunas comunidades necesitan personal sanitario y materiales imprescindibles para la curación de los enfermos. 
Por fin, a buenas horas mangas verdes, se empiezan a tomar decisiones, algunas duras para la ciudadanía, pero necesarias. Más vale tarde que nunca, o eso esperamos todos.
Hay una cosa que me choca, y supongo que se podría hacer si no se está haciendo ya, y es que me gustaría que a cada paciente infectado se le preguntara dónde cree que contrajo el virus: en una manifestación, en una concentración de jubilados, en la calle, en el trabajo, en un cine o un concierto, qué sé yo. Aquí en España, donde tanto nos gustan las estadísticas, sobre todo cuando se hacen encuestas electorales, tal vez podría hacerse algo así. Dios nos librase, y al Gobierno más, si resultase que el alto número de contagiados/as en Madrid, o en Cataluña, o País Vasco, o Asturias, o donde sea, estuvieron presentes en esas manifestaciones y concentraciones que se permitieron cuando desde los poderes públicos aún creían que los españoles/as éramos semidioses/as incapaces de coger una enfermedad meramente humana. Desde el Olimpo, donde viven muchos de esos mandamases, los dioses y diosas, no se nota y no pensaban que se iba a infectar nadie. Hasta que alguno cayó. Entonces sí, aparecen las medidas y se defiende a los ciudadanos: salir de casa, solo a por alimentos, a por combustible, bancos, etc… y para ir a la peluquería o pasear las mascotas(jijí, anda tú que se han lucido con estas).


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