martes, 18 de mayo de 2021

INVASIÓN: OTRA VUELTA DE TUERCA

 

Invadir, según la segunda acepción del diccionario de la RAE, es “ocupar anormal o irregularmente un lugar”. Y no precisamente por la fuerza, que es lo que desde algunas fuentes quieren hacernos creer interesadamente. Es lo que está sucediendo en Ceuta durante las últimas horas con la aquiescencia del rey de Marruecos, un soberano manipulador, sinvergüenza, autoritario y dictatorial que ataca con lo que tiene, sutilmente eso sí, cualquier intento de contradecirle por parte de cualquier país de la comunidad internacional.

En Ceuta, frontera con el reino alauita no solo española sino también europea, Mohamed  VI quiere emular a su padre y se inventa una nueva marcha.

Si en 1975 fue Mohamed V quien se inventó la Marcha Verde, y le funcionó porque la ONU es un organismo inútil tal y como está montada,  por la cual se adueñó del Sahara en contra de cualquier disposición internacional (y hoy sigue así, hasta EEUU lo apoya, con Trump en el poder, lo dio por bueno y Biden no se ha movido un centímetro para contradecirlo por razones de estrategia militar. O sea, que ni caso a la ONU.). Y  España…¡nada, aunque era su territorio, el del Sahara!

Ahora es este nuevo monarca el que crea otra nueva marcha, aún sin nombre pero podría calificarse con cualquiera, para invadir Ceuta. No tardando mucho lo hará con Melilla, ya veréis.

Hay una serie de encontronazos políticos y económicos entre los países, España y Marruecos, pero violar a sabiendas la seguridad de un estado no me parece que sea o que pueda ser consentido por los demás países, y menos por el nuestro. Cuando la policía marroquí permite estos desplazamientos irregulares hacia territorios que no les pertenecen, es porque cuentan con el beneplácito del mandatario supremo, esa especie de dios marroquí que hace y deshace a su antojo y que siempre ha hecho caso omiso de cualquier ley internacional que no le guste.

Y aquí en España, en vez de tomar medidas para evitarlo, se le regalan 30 milloncejos a Marruecos para sus gastos y demás. Y en Europa, de hace años para acá pasa igual, todo lo arreglan dando dinero para que se estén quietos una temporada. Hasta que vuelven a las andadas y otra vez la misma respuesta. No sé, pero incluso alguno llegaría a bajarse los pantalones por si quieren algo más, en vez de dar un puñetazo sobre la mesa y pararle los pies.

Con el cuento de que hay menores, estos cientos que han nadado hasta El Tarajal incrementarán la población ceutí. Otros cientos de adultos serán devueltos, pero otros muchos se las apañarán para escapar de las fuerzas de seguridad. De esta manera, como sucedió en el Sahara, dentro de poco habrá más ciudadanos marroquís en Ceuta y Melilla que españoles y el futuro ya sabemos cómo será. Si no es por las buenas, será por las malas, pero las dos ciudades caerán como fruta madura en poder del nuevo Marruecos. A lo mejor es lo que se quiere desde ciertos sectores de la política española, quizá.

Es un asco que la Comunidad Internacional permita abusos de poder por parte de dictadores que, además, chantajean a países con regímenes democráticos, mejores o peores, pero democráticos. Ni ONU, ni Comunidad Europea, ni hostias en vinagre. Y nadie los para porque existen otros intereses ocultos y turbios que nadie quiere destapar. Mientras, que hagan lo que quieran. Cuatro palabras inútiles, infumables y no creíbles de condena, aunque sin ofender, por si acaso, y hasta la próxima invasión, pero más hinchada de bombo.

Y venga y dale, otra vuelta de tuerca más. 

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