A lo mejor es como ver pasar una nube de verano.
Suponen los optimistas con antelación que va a ser cosa de
poco tiempo, una formación que se crea de repente debido a condiciones adversas
en la atmósfera y que, en un santiamén, se apodera de nuestro cielo y descarga
con fuerza contra todo lo que le viene al paso. Pero que va a durar poco, unos
minutos, una hora, poco más, un llegar para no quedarse. Luego, todo volverá a su cauce, dejará varios
desperfectos a nuestro alrededor, casi siempre originados por anteriores decisiones
turbias, más aún que las mismas riadas que produjo la tormenta; incluso algunos
de ellos inutilizados para siempre, pero que serán renovados a la mayor rapidez
por los nuevos responsables de nuestras vidas para evitar males mayores y no
dejar huecos ni resquicios por los que pueda volver a colarse el agua o las
ideas; y otra vez saldrá el sol, calentando e iluminando sus cuerpos y nuestros
pasos, sus faltriqueras y nuestros pesares, y otra vez volveremos a nuestros
quehaceres con más o menos normalidad. Pasada la crisis, todos tan contentos y
a olvidarnos de quien la creó. Se continuará haciendo lo mismo, volverán los
manejos oscuros, bien tapados hasta que la manta, de tanto tirar por ella, se
rompa, regresará la tormenta y así continuará la vida. Esto es la Historia, que
no tiene nada de nuevo, una repetición de hechos donde siempre los más míseros
llevan las de perder. El agua les lleva las casas, los enseres y hasta la vida,
pero siempre habrá personas preparadas para ayudarlos y sacarlos del fango siempre
y cuando sea a cambio de unos miles de euros que, multiplicados por millones de
personas, pues arrojan un resultado de….. Y la rueda gira.
Pero, si la tormenta se instala definitivamente, ¿serán
capaces de adaptarse y soportarlo aquellos, hoy aún optimistas, que suponen que
va a ser cosa de minutos? ¡Ufff!
Disfruten del día, sonrían y sean felices.
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