De Lorenzo, nuestro delegado de gobierno en Asturies, dice en LNE
que él no tiene que hacer público su patrimonio, que ya declara a Hacienda y a la Administración Pública y
estas son conocedoras de todo, y punto. En otros tiempos, tal vez este hecho fuese
normal y aquí no habría pasado nada, pero…
En estos tiempos que corren, esas declaraciones pueden dar
origen a cualquier tipo de rumores más o menos bien o mal intencionados. A mí
me parece bien que todo lo haya declarado a la Administración correspondiente y
que cumpla con su deber ciudadano. No obstante, uno, en su ignorancia, no deja
de pensar en tantos y tantos casos de políticos que nos rodean y que también
habían cumplido con sus obligaciones hasta que se les vio el plumero. No sé a
cuento de qué viene el hecho de que no se sepa por parte de todos los
ciudadanos, tanto su patrimonio como el de todos cuantos se dedican a la cosa pública
(esa “res publica” que en el caso español es monárquica por obra y gracia no sé
si de Dios, de los ángeles o de los santos varones que nos precedieron, pero
que va para largo si alguien o algo no lo cambia. Y que conste que a mí me la
refanfinfla).
No es que nadie quiera apostar por la comisión de actos
contra la legalidad, pero últimamente nuestra visión de hechos como los de la
Consejera socialista Esther Díaz, el forista Martínez, Bustillo, condenado por una
ilegalidad pero que sigue ocupando un alto cargo en el PP asturiano, Reinares,
el inamovible pese a quien pese, etc., hacen pensar que, delinquiendo o sin
falta de delinquir, éticamente no se puede ocupar un cargo público. Por
eso, lo mejor es dejar las cosas claras a todo el mundo y, si hay que declarar
todo lo que se tiene para que no haya dudas sobre uno y que lo conozcan todos (que somos quienes lo pagamos), pues se hace, y aquí paz
y después gloria. ¿Tan difícil puede llegar a ser hacer las cosas correctamente?
Estoy seguro que los ciudadanos lo agradecerían, ustedes
quedarían más tranquilos, si no hay nada que esconder, y la clase política se
parecería cada vez más a la que los españoles nos merecemos.
Pasen un gran día y
no dejen la sonrisa debajo de la cama, que en cualquier momento la
necesitaremos para alegrarnos el día.
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