viernes, 18 de diciembre de 2015

AGRESIÓN, MAGNANIMIDAD Y JUSTICIA


No sé, quién sabe, con las elecciones a la vuelta de la esquina, el puñetazo recibido por Rajoy hasta le puede salir bien. Un gran montón de ciudadanos de esos que aún no tienen decidido su voto pueden decantarse, dentro de una opinión o creencia falsa, que el pobre hasta ahora presidente no se merecía tal atentado físico y se pueden volcar en prestarle su apoyo para otros cuatro años con el fin de que el pobrecito no sufra mucho más. Que no se lo merecía está claro, ni él ni nadie. Pero hemos de razonar también de distinta manera: ¿nos merecemos otra temporada de gobierno pepero a la vista de los últimos años? Porque la lástima nunca es buena si no viene precedida de remedios para evitar que alguien sufra a causa de los demás. Así que no obviemos lo hecho por él y su partido a la hora de votar, al mismo tiempo que recordemos y actuemos contra la lacra que suponen esos seres repugnantes para quienes la democracia es dar golpes o animar a quien piensa darlos, porque es muy fácil pedir perdón a posteriori, como han hecho algunos de los compañeros del chaval, y disculparse diciendo que ellos no creían que…, que no pensaban que…, que suponían que…. Claro que estas disculpas no son nuevas, hasta se pueden copiar de otras más o menos enrevesadas dadas por nuestros grandes hombres y grandes mujeres que nos dirigen. Es como cuando alguien en un gobierno, en un parlamento o un alto cargo público comete un desmán verbal y se arrepiente a los dos días o antes, se compunge y pide comprensión a la ciudadanía por el lapsus, que no quería decir lo que dijo. Vale, lo entiendo, pero la dimisión de su cargo por delante, porque eso que dice “inconscientemente” es lo que verdaderamente piensa su cerebro, eso es lo que lleva en sus neuronas, aunque luego donde haya dicho digo, diga Diego. Si queremos progresar socialmente, como personas respetables,como seres amantes de la no violencia, debemos empezar por no dejar pasar ni uno solo de estos hechos, ni siquiera deberíamos de dar alas a otros no presentando las denuncias pertinentes por más que nos duela, aunque quien las cometa sea pariente lejano o tenga diecisiete años. Porque una cosa es la magnanimidad y otra la justicia, porque los ciudadanos podemos comprender la primera, pero debemos fiarnos de la segunda.

Que ustedes sigan bien, sonriendo, y decidiendo su voto, si aún no lo han hecho.

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