Han
asesinado a dos policías españoles en la embajada española de Kabul. No sé a
cuento de qué vino el negar al principio los hechos diciendo que se había
asaltado una pensión o una casa cercana, en vez de informar que el ataque había
sido realizado a nuestra cancillería. Los hechos no deberían de ocultarse nunca a los ciudadanos. Me
vienen a la cabeza los famosos atentados del 11-M cuando, por activa y por
pasiva, nos intentaron vender que había sido ETA la responsable. En el caso que
nos ocupa seguramente habrá habido alguien que se acordó de aquellos hechos y
decidió que de nada iba a servir intentar engañar a una opinión pública que
dispone a día de hoy de canales más que suficientes para enterarse de la verdad,
al menos de verdades como esta. El Ministro del Interior ya reconoció ayer,
obviando las declaraciones hechas por el gobierno hace un par de días, el
ataque a nuestra embajada. No estaría de
más hacer también un análisis de las razones que han llevado a que Afganistán
se haya convertido en un polvorín para las fuerzas que ellos llaman de
ocupación extranjera a raíz de la guerra que se inventó Bush y sus amigos y cuyas
consecuencias, a pesar de que nuestro querido Aznar siga erre que erre con sus
ideas, seguimos hoy padeciendo.
No
obstante, el atentado no tiene disculpa ninguna; ni un solo terrorista tiene razón
por más que intente justificarlo desde la posición ideológica que mantenga o
que le interese defender. Mientras estos asesinos sigan campando a sus anchas,
defendidos en muchas ocasiones por países que al mundo occidental le interesa
llamar amigos por sus intereses económicos en esas regiones, seguiremos
llorando a esta clase de personas que lo único que hacen es cumplir con su
deber o a otras que nunca hubiesen imaginado formar parte del tinglado en que unos
pocos nos metieron y nos siguen metiendo a sabiendas de sus consecuencias.
No
se quemen y disfruten del día con una sonrisa siempre dispuesta para intentar
pasarlo mejor.
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