¡Toma ya! El que iba a ser Presidente del
CGPJ, después de descubrirse algún que otro mensajito de un senador popular reconociendo,
le guste o no, que los jueces están al servicio de los partidos, ha dicho que
nones, que él no va a aceptar el cargo presidencial, declina el ofrecimiento no sé si por decencia profesional, que es lo que quiero pensar, o por el qué dirán a la vista de los derroteros por los que se encamina este asunto. Y ahí no queda todo, el PP
se desvincula a continuación del pacto con el PSOE para nombrar a los vocales y
el CGPJ se queda con el culo al aire. Los partidos ya andaban desnudos desde
que firmaron, o fingieron, un acuerdo que se consumió como un gramo de tabaco en la punta
del cigarrillo al encenderlo.
¿Y ahora? Pues nada, todo va seguir
igual, qué más da unos que otros en ese Consejo. Los ciudadanos de a pie
continuaremos con nuestra vida tan tranquilos. A fin de cuentas, lo que deciden
en él siempre será en bien de los políticos de turno o en detrimento de los de
siempre. ¿Alguien cree que el hecho de colocar a dedo, como hacen los partidos,
a esos representantes va a cambiar la sociedad en función de unos u otros? Yo
no. A fin de cuentas, hay poderes por encima del de los políticos que, más de una vez, han mostrado quién manda en este país... y en otros, no se crean.
Otra cosa sería que quienes obtuvieran ese
puesto fuesen aquellos que hubiesen demostrado a lo largo de su carrera
profesional su valía y demostrado suficientemente su independencia a través de sentencias
justas amparadas por la ley y hasta en ocasiones, si fuera preciso, interpretando
y apelando no solo a ella, sino también a un mínimo de sentido común, sentido
este que a los legisladores se les olvidado incluir en muchas de las leyes vigentes.
Y jurisprudencia para entender esto último hay más que sobrada.
Sigan ustedes sin preocuparse
demasiado, echen una sonrisa que en unos días lo arreglan entre ellos, si no es de una manera de otra, por la
cuenta que les tiene, y este cuento se acabó.
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