La final de la copa sudamericana, o algo
así, de fútbol se jugará en España, en Madrid. La razón: que, como los hinchas
más bestias del Boca Juniors y del River Plate están sin domesticar, ya se
produjeron y se teme que se repitan las algaradas y los problemas de orden
público allá en Buenos Aires. Nada mejor, pues que vayan a armar de las suyas a
otro lugar. ¿Y qué otro sitio más adecuado que Madrid? Pues ninguno. Apoyo total
por parte de todos los estamentos involucrados. Los empresarios se frotan las
manos, incluso han hablado de decenas de millones de euros de ganancias ante la
final de la Copa Libertadores. Pero, eso sí, la seguridad que origina un evento
de esta naturaleza a cargo del Papá Estado. De Asturias se han ido no sé cuántos
agentes de la policía para reforzar en la capital de España, es decir, que
durante unos días la seguridad en esta patria chica del norte de España queda
reducida por culpa de un partido de fútbol que ni nos va ni nos viene. Y en
otras comunidades sucederá otro tanto de lo mismo.
¿A santo de qué los problemas de seguridad
que originan estas dos hinchadas deben traspasarse a nuestro país? No lo
entiendo. Si no están preparados para ello, que eliminen el futbol allá, o que
hagan desaparecer estos dos clubes, o que eduquen a esa gente que tiene las facultades mentales perdidas
absolutamente, o que a los responsables de los tumultos les hagan pagar una
pena que no les queden más ganas de meterse en líos, o los que no se meten en
nada que se organicen y echen a esos gamberros y delincuentes de sus estadios,
o que las autoridades los encierren, que total, a la vista de los hechos, la
sociedad estaría mejor y a los que nos gusta el fútbol se lo agradeceríamos. Y
lo mismo con el resto de hinchadas, de grupos incontrolados que dicen ser
seguidores de cualquier equipo y lo único que buscan es gresca, enfrentamientos
y violencia a espuertas para hacerse notar. De uno en uno, esos sinvergüenzas no valen para nada, necesitan la manada para
sentirse fuertes, son unos cobardes.
Por eso, que los gastos que creen esos energúmenos,
antes, durante y después del partido, que los paguen quienes tuvieron la
ocurrencia y estuvieron de acuerdo en jugar este partido en suelo español, y
que lo hagan de su bolsillo, veréis como se lo piensan antes de dar su
complacencia a ello.
Pero eso, ya sé, no va a pasar. Es una
realidad que en España, según para qué cosas, el dinero nunca falta. Y que
responsables tampoco los habrá, porque la culpa será del que asó la manteca,
si las cosas se tuercen hasta el punto de que haya algo más que seguidores
dispuestos a disfrutar de un partido de fútbol.
Hala, a gozar de este fin de
semana soleado, al menos aquí, y la sonrisa, por más que duela, que no se
pierde jamás, que siempre se encuentra algo para esbozar una.
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