jueves, 25 de marzo de 2010

FELISA (capítulo 2)

(De cómo el lobo llega a la casa de la abuelita, aunque antes...)
Me he arrepentido nada más cerrar el artículo de ayer. Si espero que alguien vaya a pagar por esta retahíla de palabras, colocadas en cierto orden, intrínseco a mi propia naturaleza (como me da la gana, vaya), y por lo tanto compuesto con mis propias e irrelevantes ideas, no me va a leer nadie; así que nada mejor que dejaros hacerlo y disfrutarlo completamente gratis, si es que halláis en estas frases algún motivo que os lleve a pasar un buen rato, y a la SGAE y al copyright que les den, que para mí tengo bastante: los de la primera, que se lo curren, y al segundo, por escribirlo en inglés.

Sigamos, pues, con el maravilloso cuento de la niña Felisa que se ¿asustó? cuando vio al lobo.

Felisa, después de contarle el suceso a su madre, fue al cuarto de su padre, abrió el armario en el que guardaba su escopeta de caza (¡qué irresponsable, dejar las armas al alcance de los niños!), se la colgó a la espalda asegurándose de que estaba cargada y se encaminó al monte.

Se adentró en él pensativa y se puso a recoger flores.(Una cursilada- además de un atentado ecológico del que aún no tiene constancia Greenpace, que cuando se entere...- como muchas que le adjudican sin el más mínimo rubor al género femenino, pero...¡ no iba a ser yo menos que los demás! Si fuera un crío, un Feliso, no sería raro que escribiera que iba llenando los bolsos de piedras para tirárselas al lobo o a todo bicho viviente que se moviera)

Mientras, el lobo la vigilaba subido a un pino muy alto afectado por la procesionaria (esa oruga que va comiendo poco este tipo de árboles sin que nadie hasta la fecha haya puesto coto a tal plaga), sin darse cuenta de que todo su pelaje se estaba infestando de estos diminutos y asquerosos animaluchos.

-¡Ja, ja, ja!- como escribe una compañera mía, Juani para los curiosos que duden de semejante aseveración, en determinados correos electrónicos para confirmar que algo le hace gracia- ¡Ahora ya es mía!- pensó el lobo.

Emulando a Tarzán, se lanzó de liana en liana hasta alcanzar la casa de la abuela y así, cuando llegara la niña, matar dos pájaros de un tiro. Desde el último árbol del bosque antes de llegar al claro, divisó a la mujercita que, en ese momento, estaba adormilada en una mecedora cerca de la puerta de casa.

Pero aquel lobo no era Tarzán. Se agarró a la última liana y se lanzó hacia adelante, sin darse cuenta, obnubilado como iba, de que no había más árboles ni lianas, así que, cuando la que tenía en la mano se estiró del todo, debido al peso del ser vivo que colgaba de ella, se rompió y el pobre animal, a pesar de ser un especimen protegido, se pegó tal trompazo que quedó medio zumbado en el suelo encima de una mata de ortigas bravas que ayudaron a que aquel pequeño picor en la piel que le había comenzado hacía unos minutos, causado por el inicio del trabajo diario de las laboriosas orugas, se convirtiera en un picazón que lo obligó a rascarse a dos manos y a revolcarse por el terreno como un burro ganando la cebada.

Por fin, se levantó todo descuajaringado, aunque muy ufano y atrevido para que no se le notara que estaba hecho una mierda, y se presentó delante de la abuela.

-¿Qué, viejecita, cómo te va?- su cara revelaba tales deseos vergonzantes, más propios de un ser humano que de este animal salvaje (aunque como hablaba, sería normal. digo yo), que más de uno se habría desesperado si no pudiese hacer nada para evitarlo. Es más, estoy seguro que precisaría de tratamiento psicológico durante bastantes meses.- ¡No sabes lo que te espera!

Pero, como muchas personas mayores, estaba completamente sorda para lo que le interesaba y no lo oyó. A él le dio igual, se abalanzó sobre ella y...

Mientras tanto, la faltosa de la cría seguía con las flores sin importarle mucho saber si su abuela se hallaba en peligro o no. ¡Qué inconsciente! Como su padre con la escopeta; de tal palo, tal astilla.

¡Ay, Felisina, Felisina!

Bueno, señores, para hoy está bien. Me pongo enseguida con el capítulo 3 para que mañana esté listo para colgar.

Pásenlo bien, sean felices y espero que no se enfaden por mi atrevimiento al escribir aquí este relato por partes.

Hasta mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario