sábado, 10 de enero de 2015

PRIMERO, LA PALABRA


Por la vía rápida. Terroristas muertos y se acabó. ¿Qué hubo varios rehenes muertos? Bueno, daños colaterales, pensarán los responsables del asalto.
¡Qué vida esta! ¡Qué soluciones!
Que conste que no está en mi ánimo criticar las medidas adoptadas para asaltar los lugares donde se resguardaban los yihadistas. Desconozco las condiciones en que se encontraban, los medios de que disponían, si habían matado a los rehenes antes de ser eliminados fulminantemente por las fuerzas de seguridad francesas, si aún podrían seguir imponiendo el horror, etc.
Lo que me afecta, como podría hacerlo a cualquier otra persona, es que la solución a los actos criminales cometidos por esos mal llamados musulmanes haya pasado por matarlos a ellos.
No sé si el hecho de cometer atrocidades como las de París, que aterrorizaron al mundo occidental, han de derivar en una única respuesta: el ojo por ojo y diente por diente. Desde el primer momento en que me enteré de los asesinatos en el Charlie Hebdo, le comenté a mi mujer que no habría detenciones, que esos asesinos, antes o después acabarían muertos. Y no me equivoqué. Tal vez porque supuse que ellos mismos se negarían a entregarse debido a su radicalidad irracional, o más bien a que la República Francesa no iba a consentirlo, que debía dar ejemplo de lo que le sucedería a cualquier otro loco que estuviese pensando en emular a esos bestias.
En el primer caso, solo es entendible para otros locos como ellos, de los que por desgracia quedan muchos. En el segundo caso, sería ilógico pensar que la única solución en un estado de derecho a estas atrocidades sea la venganza fulminante.
Fuese lo que fuese en ambos casos, deberíamos de ser capaces, todos, de buscar y encontrar el camino que nos lleve a que la respuesta a cualquier tipo de desencuentro, del tipo que sea, pase estricta y simplemente por las palabras. Estas debían de ser las únicas armas que un ser racional pudiese emplear en su defensa. Pero cuando ni así es posible, entonces no hay que esquivar los problemas con dimes y diretes que lo único que valen es para dar alas a estos animales. Y en este mundo son muchos los países que, por intereses económicos, se han convertido en los dueños del regate y son capaces de requebrar incluso a su propia sombra, aún a sabiendas de que las consecuencias siempre las paguen los mismos, es decir, los inocentes.
 
Vivan la vida felices y disfruten de cada día con una sonrisa.
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario