Por la vía rápida. Terroristas muertos y se acabó. ¿Qué
hubo varios rehenes muertos? Bueno, daños colaterales, pensarán los
responsables del asalto.
¡Qué vida esta! ¡Qué soluciones!
Que conste que no está en mi ánimo criticar las medidas
adoptadas para asaltar los lugares donde se resguardaban los yihadistas.
Desconozco las condiciones en que se encontraban, los medios de que disponían,
si habían matado a los rehenes antes de ser eliminados fulminantemente por las
fuerzas de seguridad francesas, si aún podrían seguir imponiendo el horror,
etc.
Lo que me afecta, como podría hacerlo a cualquier otra
persona, es que la solución a los actos criminales cometidos por esos mal
llamados musulmanes haya pasado por matarlos a ellos.
No sé si el hecho de cometer atrocidades como las de
París, que aterrorizaron al mundo occidental, han de derivar en una única
respuesta: el ojo por ojo y diente por diente. Desde el primer momento en que
me enteré de los asesinatos en el Charlie Hebdo, le comenté a mi mujer que no
habría detenciones, que esos asesinos, antes o después acabarían muertos. Y no
me equivoqué. Tal vez porque supuse que ellos mismos se negarían a entregarse
debido a su radicalidad irracional, o más bien a que la República Francesa no
iba a consentirlo, que debía dar ejemplo de lo que le sucedería a cualquier
otro loco que estuviese pensando en emular a esos bestias.
En el primer caso, solo es entendible para otros locos
como ellos, de los que por desgracia quedan muchos. En el segundo caso, sería
ilógico pensar que la única solución en un estado de derecho a estas
atrocidades sea la venganza fulminante.
Fuese lo que fuese en ambos casos, deberíamos de ser
capaces, todos, de buscar y encontrar el camino que nos lleve a que la
respuesta a cualquier tipo de desencuentro, del tipo que sea, pase estricta y
simplemente por las palabras. Estas debían de ser las únicas armas que un ser
racional pudiese emplear en su defensa. Pero cuando ni así es posible, entonces
no hay que esquivar los problemas con dimes y diretes que lo único que valen es
para dar alas a estos animales. Y en este mundo son muchos los países que, por
intereses económicos, se han convertido en los dueños del regate y son capaces
de requebrar incluso a su propia sombra, aún a sabiendas de que las
consecuencias siempre las paguen los mismos, es decir, los inocentes.
Vivan la vida felices
y disfruten de cada día con una sonrisa.
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