sábado, 28 de febrero de 2015

CONDENAS JUSTAS


Leo en la prensa que a una mujer le caerán unos meses de condena por dejar morir a un perro de hambre.
Es, como mínimo, chocante que noticias de este calibre aparezcan con estos titulares en negrita y un tamaño de fuente mayor de lo habitual para hacernos leer y entender a los compradores de prensa hasta dónde puede llegar la ley en nuestro país. Los que no se acercan al periódico se quedarán a la luna de Valencia, pero eso es lo de menos. Lo que es más chocante aún, a poco que lo pensemos, es que a los responsables de que varias decenas de personas hayan fallecido desde hace un tiempo acá por la maldita hepatitis C no se les acusa de nada. Vale más la vida de un perro que la de una persona y así nos va con estas joyas que nos gobiernan desde hace años. Porque no es cuestión de que una bolsa de comida para canes sea más barata que la medicina contra esta enfermedad infecciosa que afecta al hígado de muchos enfermos y que incluso los manda al otro barrio. La vida de la gente nunca puede depender del costo de un fármaco, por más que un laboratorio determinado se empeñe en cobrarlo a un precio abusivo; la vida de la gente, habiendo remedio para salvarla, depende de quienes han de ser garantes de nuestra salud y no sirve poner paños calientes ni retrasar las medidas ante hechos así. Y si no lo hacen, entonces, como a la mujer del perro, ha de juzgárselos y condenarlos a la pena que sea. Y es que  los causantes de una muerte, ya sea la del perro por falta de comida o la de la persona por falta de medicinas, han de pagarlo afrontando cada uno la responsabilidad que tenga y sufriendo la condena que le corresponda. Sería lo justo.

Pasen un buen día y sigan con la sonrisa en su cara.

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