viernes, 6 de marzo de 2015

DE VUELTA A LA REALIDAD


Sentado, a oscuras, contemplando la mar
Y esperando que la noche ocultara mis penas,
he visto bailar el agua
cuando la luna, augusta y majestuosa,
reina en todo su esplendor,
se despojó de las últimas vestiduras blancas que la ocultaban.
Mis ojos se llenaron de luz,
mientras en el anfiteatro celeste
una, dos, mil estrellas
se aposentaban refulgentes y reverenciadoras
para disfrutar de tan solemne espectáculo.
Un millón de luceros y yo,
solos en la oscuridad,
únicos testigos cómplices
de un momento irrepetible.
Y mis penas se difuminaron y desparecieron
como un papel de fumar entre calada y calada.
Por fin, pude levantarme,
pude regresar a mi vida,
la de siempre,
la cotidiana,
la de un día y otro día,
llena de alegrías y pesares,
de risas y de amor,
de indiferencias y de obviedades,
pero mía.
El albor había ya descubierto
nuestros pecados más inconfesables.
De nuevo, vuelta a casa.

Pasen un gran día y que la sonrisa no les abandone.

 

 

 

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