Y va Rajoy y le da la razón a Montoro. Le importa un
pimiento lo que hay en la calle. A fin de cuentas está como Zapatero cuando no
sabía el precio de un café. No pisa el asfalto nada más que para darse algún
que otro baño de multitudes- más bien una ducha y cortita- ofertado por sus
correligionarios.
Para mí que esta gente solo ha visto las nóminas propias y
de sus amiguetes para afirmar tal gilipollez. Porque eso sí, sus sueldos y sus
prebendas como semidioses en esta España que nos está tocando vivir no han
sufrido mengua alguna. Al revés de lo que les está pasando al resto de los
españoles que han de trabajar en contratos de cuatro días y a veces de cuatro
horas; o los que han visto congelados año tras año su sueldo perdiendo pagas
extraordinarias; o los millones que no reciben ni un euro en su casa al final
de mes; o los que, apuntados al paro, cobran unas cantidades que en ocasiones
no les llegan para vivir con un mínimo de dignidad; o los que han tenido que
rebajarse el sueldo si querían seguir trabajando; o los millones de
pensionistas que lo ven recortado al tener que pagar por sus medicinas y a los
que no les compensa con la subida del IPC restando así su capacidad económica. Hay
más casos, pero como ejemplo bastan.
No nos dice nada ni Rajoy ni Montoro de los aumentos en
las partidas de presupuestarias para los partidos, eso no. No hace falta, ya
sabemos que ahí sí han subido y no moderadamente precisamente. Si aplicásemos
la teoría de Montoro para el cine, seria vergonzoso. Según él las subvenciones
bajan porque falta calidad. ¿Se imagina cuánto bajarían las de los partidos políticos
si aplicásemos el criterio de calidad a sus representantes? Es más que probable
que quedarían nada. Y mira tú qué bien. En estos tiempos de crisis, dinero que
ahorraríamos y que podríamos invertir en investigación, sanidad, educación,
etc.
No hay uno ni una a quien escuchar si no es para oír tonterías. ¡Jolín, qué cruz nos ha caído!
A seguir bien y no olviden la
sonrisa.
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