domingo, 6 de octubre de 2013

¡CÓMO DUELE!

Cálculo.- Concreción anormal que se forma en la vejiga de la orina y también en la de la bilis, en los riñones y en las glándulas salivales, y cuya expulsión ocasiona accesos de cólicos nefríticos o hepáticos, según los casos.
Cólico nefrítico.- Acceso de dolor violentísimo, determinado por el paso de las concreciones anormales formadas en el riñón por los uréteres, hasta desembocar en la vejiga de la orina.

¡Coñó, cómo duele!
No sabes si es que han detenido todos los relojes del mundo, o los mantienen a una velocidad tan exigua que no los ves correr o simplemente tu concepción del tiempo ha cambiado radicalmente hasta el punto de no ser capaz de advertir la duración de un lapso de tiempo.
Cada vez que fijas tus ojos en el reloj más cercano es como si le estuvieses dando órdenes para que acelere, para que los minutos los convierta en horas y ese suplicio que te martiriza en el costado se desvanezca y se convierta solamente en un mal recuerdo cuanto antes. Dicen que dura una o dos horas…, o que  persiste hasta que algún producto químico te lo oculta durante un rato en el cual tu imaginación te lleva hasta las mismas puertas del paraíso, aunque reaparezca más adelante con la misma fuerza o más para recordarte que la felicidad del edén se acabó al comer la manzana, o lo que es lo mismo, hasta que el dichoso ser antinatural que se ha criado en tu interior sin tu consentimiento sea expulsado, pisoteado, hecho añicos y soltado al viento para que sus arenas sucumban ante la fuerza de Eolo arrastrándolas hacia los cuatro puntos cardinales, desmembrando ese instrumento de tortura hasta que se pierda en los abismos del olvido.
Mientras todo ocurre, podemos tener una idea de lo que significa que el tiempo no pase, una ligera idea de lo que llaman eternidad, mirar por el ojo de la cerradura hacia el significado de infinito, ese manido concepto donde el tiempo no existe.
No obstante, durante esa fase amarga y desgarradora que casi congela la existencia aún puedes soltar distintos reniegos alusivos a  toda la familia de la nefrolitiasis, es decir, de las malditas piedras en el riñón. Si bien dichos recordatorios, por bien dirigidos que vayan, no sirven de nada para mitigar el dolor, sí son válidos para expulsar la mala leche que te crea el falso discurrir de los minutos. Algo es algo.
Que a ustedes no les toque y sigan con la sonrisa a diario.

 

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