¡Ya van tantos que no sabe uno si escribir sobre ello o
no! Los casos y tramas de corrupción en nuestro país son tan numerosos que los
ciudadanos, ante la noticia de algo nuevo, en lo único que piensan y de lo que
hablan es “y los que quedan, que aún no
sabemos; lo mismo de unos que de otros, son todos iguales”.
Ya sé que no se pueden meter a todos los cargos públicos en el mismo saco, pero resulta que quienes aparecen salpicados o convertidos en un cochambroso adán por mor de tanto dinero sucio como se le ha quedado pegado por todo el cuerpo son siempre aquellos que han tenido o tienen cargos de responsabilidad política en instituciones que deberían relucir como los chorros del oro ante los ciudadanos. Y, claro, cuando las siglas políticas, sindicales o empresariales de esos ladrones y supuestos aparecen al lado de su nombre, ¿qué se espera que puedan creer los pobrecitos de a pie, los paganini de la crisis, los que han llegado a tal nivel de cabreo que ya no reaccionan siquiera ante semejantes fraudes? Pues que nuestros gobernantes son una manada de bollos preñaos que esconden todos dentro un chorizo mayor o menor en función del sarao en que ande metido.
Ya sé que no se pueden meter a todos los cargos públicos en el mismo saco, pero resulta que quienes aparecen salpicados o convertidos en un cochambroso adán por mor de tanto dinero sucio como se le ha quedado pegado por todo el cuerpo son siempre aquellos que han tenido o tienen cargos de responsabilidad política en instituciones que deberían relucir como los chorros del oro ante los ciudadanos. Y, claro, cuando las siglas políticas, sindicales o empresariales de esos ladrones y supuestos aparecen al lado de su nombre, ¿qué se espera que puedan creer los pobrecitos de a pie, los paganini de la crisis, los que han llegado a tal nivel de cabreo que ya no reaccionan siquiera ante semejantes fraudes? Pues que nuestros gobernantes son una manada de bollos preñaos que esconden todos dentro un chorizo mayor o menor en función del sarao en que ande metido.
Cuando, ante los nuevos datos de la Operación Púnica,
vemos a los dirigentes salir a la palestra a pedir perdón, ya no se les cree, han agotado la vergüenza que pudieran haber sentido el primer día. ¡Y de eso hace ya tantos años....! Ahora solo les queda una una manera de hacerlo y deberían de consultarlo con la almohada o mejor con la opinión de la gente de a pie: pedir perdón,
sí, entregar el dinero robado, meter en la cárcel a los culpables ya y acto seguido dimitir, irse, dejar que los ciudadanos vuelvan a las urnas
y den su confianza a quien mejor les parezca. Que vuelven a salir votados los
mismos, pues a aguantarlos toca y seguir echándonos las manos a la cabeza
cuando cometan alguna de sus fechorías; que salen otros, a controlarlos y ver
qué es lo que pueden hacer mejor. Pero los que no deben estar ahora planteándose
como atajar la corrupción son los partidos que se han hecho acreedores de
contar en sus filas con el mayor número de desalmados que recuerda la historia
de nuestro país. ¡Es lo que nos faltaba! Y lo peor es que, si nadie lo impide,
lo harán, para que las leyes sigan protegiéndolos de cualquier dolo y estafa
que cometan sus correligionarios. Y luego, con decir que ellos respetarán a los
tribunales, se quedan tan panchos. ¡Como si no fuesen ellos mismos quienes nombran
a los jueces y fiscales que habrían de velar por la transparencia en estos
asuntos tan delicados! Y si uno de estos se mueve, no es que no salga en la
foto, no, es que lo defenestran per sécula
seculórum. Amén.
Sigan su vida
e intenten hacer que sea lo más feliz posible. Pasen un buen día.
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