viernes, 3 de octubre de 2014

CORRUPCIÓN: SIEMPRE LOS MISMOS

La última conocida es la de Caja Madrid, las famosas tarjetitas que igual servían para comprar los ingredientes para preparar un cocidito madrileño que para pagarse una habitación en un hotel de lujo. ¡Qué más da! A lo largo de más de treinta años, a saber cuántos pifostios de estos nos habrán amañado a los españoles a cuenta de nuestros impuestos. Y para colmo de males aún se quejan de que les llamen casta. Si uno se fija en quiénes estaban metidos en el fregado de las tarjetas fantasma, hasta hoy que les han quitado la sábana y han quedado con el culo al aire, a nadie le puede extrañar que nos encontremos con el exjefe de la casa real, amén de PP, PSOE, IU, CCOO, UGT, empresarios, banqueros, etc.
Casi cien personas, representantes de esos grupos y aparatos sociales, que no tienen vergüenza ninguna cuando se trata de explicarnos a los demás lo que debemos hacer para que España salga a flote, mientras ellos, con una cara más dura que el cemento armado, gozan de unos privilegios descabellados a espaldas de la más pura realidad económica, mientras sus superiores, quienes los nombraron, se miran el ombligo para no denunciar las malas prácticas internas que les aquejan. No se merecen nada, ninguno. Si los votantes tuviésemos medio dedo de frente, en las próximas elecciones los echaríamos de las instituciones públicas a golpe de voto. De nada vale que ahora algunos gerifaltes se aflijan y lloren lágrimas de cocodrilo al darse cuenta de estos tejemanejes de sus compañeros de fila, o que se den golpes de pecho y achaquen todo a casos puntuales que nada tienen que ver con la organización de ese partido, sindicato o lo que sea. ¡Pero entonces quién nombró a esos caraduras para los cargos de las tarjetas, quién es el/los responsable/s de que se hubiesen sentado en ese Consejo! Me río de los mandamases a mandíbula batiente, me descojono, vaya. Conmigo que no cuenten. De engaños acaba uno hartándose y mi estómago no los soporta, ni una migaja más. Mientras no saneen sus tripas, deberían retirarse de la vida política y dejar que fuesen otros quienes dirigiesen nuestro país, o lo que queda de él. A ver si se dan unos lustros sabáticos y se pierden en algún valle recóndito de cuyo nombre no queramos volver a acordarnos.
Pasen un buen día y  no se enfaden mucho, que habrá tiempo para más. ¡Tuvieron muchos años para ello y solo conocemos la punta del iceberg!

No hay comentarios:

Publicar un comentario