jueves, 7 de mayo de 2020

¡A CORRER, QUE LA PRIMERA GANA! ¿O NO?


Poco a poco estamos alcanzando la inmunidad de rebaño. Tal vez no la deseada ni mucho menos para defendernos del covid19, pero sí la suficiente para combatir el miedo. Ya no se nota el temor generalizado que recorría las calles, las tiendas, etc. hace unas semanas, ni tampoco las patrullas de las fuerzas de seguridad son las que eran. Ahora ya nos acercamos a la normalidad imbuidos quizá de una confianza mal entendida en que ya todo ha pasado, el virus ha desaparecido o, al menos, a cada uno de nosotros no le va a tocar infectarse.
El miedo, aquel que al principio nos encogía porque nos contaban que el covid era algo así como la llegada del juicio final, en que deberíamos dar cuenta de nuestros actos, se está transformando en una enfermedad que nuestra mente acoge con levedad sin darse cuenta de que esta especie de inmunidad irreal en que nos hemos refugiado puede ser totalmente letal.
El caso es que desde las altas esferas políticas, nacionales y autonómicas, se lo tomaron un poco, si no a broma, sí como si fuese un pequeño resfriado invernal, aunque hoy nos avisan de que las consecuencias de una desescalada general puede ser origen de un nuevo rebrote que nos obligue a un nuevo confinamiento aún peor, pero ya casi nadie le hace caso. Ni siquiera los Gobiernos Autonómicos. Es probable que el motivo haya que buscarlo en la gran cantidad de inexactitudes que desde el principio nos han ido contando. Siempre refugiándose en que era algo nuevo y por ello difícil de predecir, nos han querido ir convenciendo paulatinamente, y en ocasiones lo lograron, de que todo marcha conforme a los consejos de los expertos, los mismos que hasta el catorce de marzo no se enteraron de que existía un coronavirus que mataba a la gente sin compasión, y nos dejaron continuar haciendo nuestra vida con normalidad hasta que todo se les escapó de las manos o por negligencia más propia del que habla de todo y no sabe de nada.
Hoy, con alguna excepción, todas esas Comunidades se han lanzado al reto de a ver quién llega primero al final. Todas quieren cambiar de fase y dejar entrar dineros en las arcas de sus empresas, del tamaño que sean; además, el paro es atroz, levanta ampollas en muchos cientos de miles de hogares a pesar de las ayudas gubernamentales, porque estas no van a durar para toda la vida (a no ser determinados grupos sociales que la recibirán toda la vida porque el trabajo no es lo suyo o no hay quien se lo dé precisamente por pertenecer a ellos). Pero es más penoso aún que los intereses para avanzar de fase no sea la recuperación social o económica, sino por afán político, sacar réditos a cuenta de la pandemia que nos inunda. Y así, tanto en el norte, como el noreste, noroeste, el centro o el sur de España, a izquierda o derecha, algunas Comunidades quieren beneficiarse: unas esperan sacar pecho si todo sale bien antes de unas próximas elecciones en sus comunidades y otras necesitan afianzarse en su puesto y que la ciudadanía los vea como mesías mientras se convierten en los líderes o lideresas más populistas de esos lares. Que resulta que sale mal y se incrementa el número de contagios por ello, pues nada, la culpa del gobierno de Madrid que no supo hacer las cosas.
Y, a ver, que muchas cosas se hicieron al revés, vale, que siempre estuve de acuerdo en su inoperancia y criticando lo que consideré nefasto; pero a partir de ahora… me parece que les llegó su hora de responsabilidad a las autonomías, así que que cada burro peche con su carga, sea de la Comunidad que sea. Y que luego no venga pidiendo socorro a las demás. Costaría para esas otras entenderlo, y para sus ciudadanos, más.

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