jueves, 28 de mayo de 2020

AUTOMOCIÓN, CRISIS, Y DEMÁS


La globalización es tan real en este mundo que nos está tocando vivir que no sé por qué nos extraña que fábricas como Nissan echen el cierre en nuestro país.
Desde hace varios meses, antes de que la pandemia acechase siquiera por algún minúscula agujero en China, esa espada de Damocles se cernía dispuesta a cercenar de un golpe el trabajo y el futuro de miles de trabajadores y sus familias, amén del bienestar económico que se destruirá en su entorno como consecuencia de ello.
      Los políticos se echan las manos a la cabeza, pero el futuro no va a haber quien lo pare. El mundo del automóvil, y con él todas las empresas que giran a su alrededor, está cambiando a velocidad de vértigo. La llegada de nuevas tecnologías más limpias incluye también una remodelación y reconstrucción del mundo de la automoción. Se alejan los viejos combustibles contaminantes y se hace necesario por su parte la invención y desarrollo de nuevos artilugios que coexistan con el nuevo concepto de mantener limpio nuestro planeta.
Quizá, como nos cuenta la Ministra, sea más barato para la empresa invertir para continuar con su función, que desmantelar las plantas catalanas. No obstante, no debemos banalizar el tema aplicando ese criterio económico simplemente. Hay más. Nissan, como Renault, Mitsubishi u otras, no son empresas españolas, aquí no existe un vehículo fabricado y con patente completamente española; otro tal sucede con otras grandes industrias asentadas por nuestra geografía, propiedad de grandes multinacionales extranjeras. La I+D en nuestro país no existe, o está bajo mínimos de toda la vida. Y en los tiempos que corren todos los países se vuelcan en sus propias empresas para defender puestos de trabajo indispensables para normalizar la vida laboral de sus ciudadanos, los cuales se verían enviados al paro como consecuencia, aparte de este virus que nos asuela, de otros condicionantes que exigen cambios drásticos en el modelo productivo internacional. Y si el estado no toma medidas urgentes para evitarlo, o al menos paliar situaciones gravísimas para los trabajadores, malamente o muy tarde, demasiado tarde, se podrá salir de la crisis venidera. Así que destinan miles de millones a ayudar a esos conglomerados económicos propios, pero condicionándolos a que su estructura industrial se mantenga defendiendo los puestos de trabajo en el país. ¿Cómo hacen entonces estas empresas? Pues fácil, cierran plantas en otros lugares y concentran la producción en su estado matriz.
Y esto hoy es Nissan, pero mañana seguramente serán otras.
O sea que la desaparición de la planta de Nissan de Barcelona se veía venir desde hace tiempo. Yo me atrevería a decir además, aunque no soy ningún experto en la materia y tal vez porque la ignorancia es la madre de cualquier desafortunada osadía, que hace años que estas cosas que hoy padecemos en Cataluña son también una consecuencia directa de ciertos objetivos políticos pergeñados por unos dementes que presumían y siguen presumiendo de ser los mejores del mundo, pero que a la hora de la verdad lo único que quieren para su Comunidad es dinero, dinero y más dinero. Y todo por las ideas visionarias, impropias de este siglo y sí más del siglo XIX, de un tal Puigdemont, junto a cuatro profetas, del que nada nos cuentan desde hace meses. Como si hubiese desaparecido del mapa. Como si trabajase en la Nissan.

1 comentario:

  1. Que razón tienes. .
    ¿Qué pecado habremos cometido para tener que soportar -además de pagar- a estos representantes políticos?. Están tan mal preparado que lo mismo da derecha que izquierda, arriba
    que abajo y delante que detrás. Solo piensan en sí mismos y los ciudadanos les importamos un carajo.

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