A lo largo de la vida no hay nada tan incontrovertible
como los hechos en sí mismos. Pueden ser causa de miedo, de alegría, de hambre,
de riqueza, de poder,… Pero el hecho está ahí. Sus consecuencias son las que
medimos.
Sí, los hechos son aquellos que suceden y
no se pueden cambiar. Se puede uno arrepentir o desear que fuese algo más, no
haberlo ni pensado o imaginar que los resultados pudiesen ser otros, pero el
hecho en sí mismo es ese y no otro.
Puedo imaginar una batalla y la caída de
una bomba. Alrededor de esa explosión, si es que explota, aunque vamos a darlo
por hecho pues ese es el leif motiv
de la vida de estos artefactos, aparecen puntos de vista y perspectivas
diferentes en función de quien juzga sus resultados. Si empezamos por quien la
ideó, es un éxito; si seguimos por quien la construye, un negocio, que además
da de comer a quienes han participado en todas y cada una de las fases que se
han recorrido hasta su puesta a punto, desde el trabajador que obtuvo la
materia prima al ingeniero que la diseñó; si la vemos desde el punto de vista
de quien la lanza, un resultado efectivo que lo lleva a avanzar en la
consecución de sus objetivos; pero si lo vemos desde quienes se veían defendidos
por aquellos que desaparecieron en la explosión, un desastre letal; para
quienes apoyan a los que la lanzaron, una manera de continuar venciendo, pero
si es desde el punto de vista de los vencidos, un resultado negativo pues
supone su derrota; o al revés, maldita para quienes la tiraron porque aún su
conciencia los corroe y ven la devastación y los daños colaterales que conlleva,
y bendita para quien la espera si eso supone una liberación. Una bomba es una
bomba y su estallido, su onda expansiva, es el hecho, y además para lo que ha
sido construida. Unos ríen y otros lloran, unos se ven empujados a la pobreza y al hambre y otros a la riqueza
y a la opulencia a cuenta de los primeros. Pero el hecho que no cambia es la
explosión. Alrededor puede originar cualquier cosa, depende de quien lo juzgue.
Es como un acto pasado que traemos a nuestra
mente. Podemos visionarlo de muchas maneras a lo largo de nuestra existencia,
cada vez de una manera en función de nuestro desarrollo vital. Y quienes giran
ajenos o cercanos en su órbita tienen otros pareceres, lo ven diferente, e
incluso puede que ninguno coincida en su juicio de valor. Pero el hecho es el
que es. Aquello fue así y no tiene vuelta atrás.
Y así nos sucede hoy. El covid19 es el que
es. Un virus, con más o menos letalidad, más o menos mutante, más o menos
extendido, pero nadie puede cambiar ese hecho: es una pandemia de covid19. Y en torno a él
las distintas visiones que cada de nosotros podamos tener no van a variarlo un
ápice: los hay felices, sí, aquellos que han visto cómo sus empresas han
despegado en función de las necesidades que se hicieron patentes para
combatirlo, o han sido capaces de adaptarse para conseguir levantarse a tiempo;
otros se han ido a la ruina, por su culpa o la de otros; muchísimos han visto desaparecer su confort
económico; millones han sido relegados a un nivel de vida inferior e incluso a
casi la indigencia, necesitados de la ayuda para sobrevivir que les puedan dar
los servicios estatales; millones se han refugiado en la esperanza, aun muertos
de miedo; los hay quienes han visto cortadas de raíz sus aspiraciones y quienes
de repente pueden ver la ocasión de encumbramiento; deja fallecidos e inmunes, contagiados y recuperados con o sin secuelas; millones de seres responsables y decenas de miles desalmados y asociales.. Pero al covid no le importa.
No siente ni padece. Su aparición es como la bomba que destruye, porque es su sino. Es el hecho
que nos recuerda un mal o buen momento, quién sabe, y que nos ha conducido hacia una meta que, a lo mejor, nunca esperábamos
que podría acaecer, pero que es la que es.
El covid, pues, es un ser furibundo y ese ser,
mírese por donde se mire, ha cambiado nuestras vidas y alterará nuestro futuro.
O eso dicen. Ya veremos cómo. Porque las consecuencias son otra cosa. Y a cada ser individual le atañerá de manera diferente; y también mutará con el paso del tiempo. Es un hecho y, como tal, jamás se le podrá enjuiciar de un único modo.
Mis felicitaciones. Es de los comentarios más sensatos que leí hasta ahora sobre este tema.
ResponderEliminarUna buena reflexión que nos hace
ResponderEliminarsopesar nuestros esquemas mentales.
Gracias por todo lo que compartes.Me encanta lo que escribes, porque lo haces con una sensatez y una claridad...
ResponderEliminarLa verdad es así y ahora sólo debemos pensar en lo que hay.Cuidar a nuestros seres queridos y cuidarnos con precaución pero sin miedo.
Muchísimas gracias por compartirlo.