domingo, 10 de mayo de 2020

LOS HECHOS SON ESO, HECHOS.


A lo largo de la vida no hay nada tan incontrovertible como los hechos en sí mismos. Pueden ser causa de miedo, de alegría, de hambre, de riqueza, de poder,… Pero el hecho está ahí. Sus consecuencias son las que medimos.
Sí, los hechos son aquellos que suceden y no se pueden cambiar. Se puede uno arrepentir o desear que fuese algo más, no haberlo ni pensado o imaginar que los resultados pudiesen ser otros, pero el hecho en sí mismo es ese y no otro.
Puedo imaginar una batalla y la caída de una bomba. Alrededor de esa explosión, si es que explota, aunque vamos a darlo por hecho pues ese es el leif motiv de la vida de estos artefactos, aparecen puntos de vista y perspectivas diferentes en función de quien juzga sus resultados. Si empezamos por quien la ideó, es un éxito; si seguimos por quien la construye, un negocio, que además da de comer a quienes han participado en todas y cada una de las fases que se han recorrido hasta su puesta a punto, desde el trabajador que obtuvo la materia prima al ingeniero que la diseñó; si la vemos desde el punto de vista de quien la lanza, un resultado efectivo que lo lleva a avanzar en la consecución de sus objetivos; pero si lo vemos desde quienes se veían defendidos por aquellos que desaparecieron en la explosión, un desastre letal; para quienes apoyan a los que la lanzaron, una manera de continuar venciendo, pero si es desde el punto de vista de los vencidos, un resultado negativo pues supone su derrota; o al revés, maldita para quienes la tiraron porque aún su conciencia los corroe y ven la devastación y los daños colaterales que conlleva, y bendita para quien la espera si eso supone una liberación. Una bomba es una bomba y su estallido, su onda expansiva, es el hecho, y además para lo que ha sido construida. Unos ríen y otros lloran, unos se ven empujados  a la pobreza y al hambre y otros a la riqueza y a la opulencia a cuenta de los primeros. Pero el hecho que no cambia es la explosión. Alrededor puede originar cualquier cosa, depende de quien lo juzgue.
Es como un acto pasado que traemos a nuestra mente. Podemos visionarlo de muchas maneras a lo largo de nuestra existencia, cada vez de una manera en función de nuestro desarrollo vital. Y quienes giran ajenos o cercanos en su órbita tienen otros pareceres, lo ven diferente, e incluso puede que ninguno coincida en su juicio de valor. Pero el hecho es el que es. Aquello fue así y no tiene vuelta atrás.
Y así nos sucede hoy. El covid19 es el que es. Un virus, con más o menos letalidad, más o menos mutante, más o menos extendido, pero nadie puede cambiar ese hecho: es una pandemia de covid19. Y en torno a él las distintas visiones que cada de nosotros podamos tener no van a variarlo un ápice: los hay felices, sí, aquellos que han visto cómo sus empresas han despegado en función de las necesidades que se hicieron patentes para combatirlo, o han sido capaces de adaptarse para conseguir levantarse a tiempo; otros se han ido a la ruina, por su culpa o la de otros; muchísimos han visto desaparecer su confort económico; millones han sido relegados a un nivel de vida inferior e incluso a casi la indigencia, necesitados de la ayuda para sobrevivir que les puedan dar los servicios estatales; millones se han refugiado en la esperanza, aun muertos de miedo; los hay quienes han visto cortadas de raíz sus aspiraciones y quienes de repente pueden ver la ocasión de encumbramiento; deja fallecidos e inmunes, contagiados y recuperados con o sin secuelas; millones de seres responsables y decenas de miles desalmados y asociales.. Pero al covid no le importa. No siente ni padece. Su aparición es como la bomba que destruye, porque es su sino. Es el hecho que nos recuerda un mal o buen momento, quién sabe, y que nos ha conducido hacia una meta que, a lo mejor, nunca esperábamos que podría acaecer, pero que es la que es.
El covid, pues, es un ser furibundo y ese ser, mírese por donde se mire, ha cambiado nuestras vidas y alterará nuestro futuro. O eso dicen. Ya veremos cómo. Porque las consecuencias son otra cosa. Y a cada ser individual le atañerá de manera diferente; y también mutará con el paso del tiempo. Es un hecho y, como tal, jamás se le podrá enjuiciar de un único modo.

3 comentarios:

  1. Mis felicitaciones. Es de los comentarios más sensatos que leí hasta ahora sobre este tema.

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  2. Una buena reflexión que nos hace
    sopesar nuestros esquemas mentales.

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  3. Gracias por todo lo que compartes.Me encanta lo que escribes, porque lo haces con una sensatez y una claridad...
    La verdad es así y ahora sólo debemos pensar en lo que hay.Cuidar a nuestros seres queridos y cuidarnos con precaución pero sin miedo.
    Muchísimas gracias por compartirlo.

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