Otro mes en marcha. Mayo se presentó
ventoso y con amenazas de lluvia, pero no echó una gota. Raro, teniendo en
cuenta el refrán ese que dice “antes-y falta’l fíu al padre que l’agua al aire”.
No obstante, aún son las cinco de la tarde, quedan unas horas, pero no tiene
pinta de que vaya a ocurrir.
Y otro día más de confinamiento en el que
se ha demostrado que las medidas no se pueden dejar al libre albedrío de las gente,
que se han relajado tanto que ya parece que anda uno por la calle o por la
calzada como si casi todo hubiese vuelto a la realidad.
Hoy no salí temprano, a eso de las diez y
media, un poco más tarde de lo habitual, a comprar la prensa y el pan. Por las
aceras me encontré con gente que casi iba de paseo, aunque llevando sus
carritos, que ya se convirtieron en la disculpa ideal por si un agente les
para. No había mucho a donde ir, a fin de cuentas el 1 de Mayo es fiesta
Nacional y, quitando un quiosco o una panadería, tal vez también una pequeña
tienda de barrio o una farmacia de guardia, no había donde comprar. Y no me
imagino yo que algunas de las personas con las que me crucé estuviesen en
cuenta de hacer un gran gasto. Más bien, como que no.
Mientras caminaba hacia el quiosco-estanco
en el que tengo costumbre diaria de hacerme con la prensa, a unos cien metros
de casa, me fijo en el tráfico: circulaban coches a un ritmo que yo calculé sobre
dos o tres por minuto. Pues a trabajar no me parece que fuesen, y a esas horas
menos; tal vez me equivoque y algunos sí, pero…¡tantos!. A comprar tampoco, los
supermercados de las afueras hoy permanecen cerrados a cal y canto. ¿A echar
combustible? Bueno, como disculpa no es mala, está permitido. ¿A trabajar un huerto? Vale, pero en esa cantidad... ¿A...?
Cuando llego a casa, me encuentro en la
tele con la noticia de grandes atascos en la salida de ciudades. Nada, más
gente que iba a trabajar, pienso yo de mala hostia.
Luego echo un vistazo a las noticias en las
redes sociales y me entero, o eso me pareció leer, de que en Cataluña las multas impuestas por los Mossos
o por la Policía Local de Barcelona no se van a tramitar, al menos de momento.
Bueno, pienso, como Dios. Anda, vete a decirles a los vecinos catalanes que hay
confinamiento, no te jode. Luego protestan contra todo lo que se menea. O viene Puigdemont..., ah, no, ese no, que anda desaparecido, quería decir su valido Torra, y riñe.
Hace un momento, en una cadena pública de
televisión, dan un pequeño reportaje sobre el barrio de Vallecas a raíz del
alto número de multas que acumulan por allí, y me encuentro con desfiles de
gente por las calles como si fuese un día normal y cualquiera. Para más inri,
entrevistan a un señor que cuenta que hoy es poca, que se nota que es fiesta.
¿Y luego nos extraña que Madrid sea un foco de los más activos en cuento a
contagio del covid?
A continuación sale la señora Ayuso y el señor
Martínez-Almeida clausurando el hospital de Ifema. ¡Vaya jolgorio! ¡No, a
Vallecas no van! Pero a salir en la foto y los vídeos de las distintas
televisiones por el logro del famoso hospital, eso sí. Con lo que no cuentan es
que se arme la marimorena: abrazos, saludos, nada de distancia de seguridad… Y
eso entre los políticos asistentes, entre los sanitarios, y entre los pocos
enfermos que se iban, todos allí juntitos y calentitos para gritar, chillar o aplaudir. Que lo
hagan los políticos que, presumo, a la vista de los efectos del covid sobre la
población y lo que hicieron y hacen, tienen cabezas de chorlito, pase. ¿Pero
los sanitarios? Los mismos héroes a los que aplauden a las ocho por su
responsabilidad, seriedad, entrega y demás no tienen problema en apelar a las
emociones y a la humanidad para tratar de explicar lo inexplicable. Que no. Que
esa misma emoción y humanidad también la sienten muchas personas que desean
abrazar efusivamente a sus allegados más cercanos o queridos y se aguantan en
casa.
Y por fin, una cabalgata de coches por el
medio de Zaragoza para celebrar el 1 de Mayo. ¿Acaso las normas no se cumplen
en todos los sitios? Quieren disimular, ellos y quienes lo permitieron, que era
una representación ya que no se podían hacer manifestaciones en este día, como
todos los años. ¡Anda ya! ¡Tampoco se suspendieron actos, congresos, fiestas nacionales y no, etc! Vamos, que lo que se hizo fue una irresponsabilidad como otra
cualquiera. No se puede es que no se puede. Quédate en casa es quedarse en
casa. Que no nos vengan con cuentos ni con disculpas hipócritas.
No sé por qué me da que en este país no
tenemos remedio. Por culpa de muchos sinvergüenzas (que no nos anden con que si
son excepciones, que no, que son muchísimos y de toda ralea social), la pandemia no va a desaparecer de España hasta
sabe Dios cuándo.
Habrá desconfinamiento, sí, por fases o
como lo deseen ellos, pero que el Altísimo nos coja confesados o inmunes al
covid19 porque lo que son los políticos con sus medidas y su normas de cumplimiento
no lo van a hacer. Son incapaces de controlar a esta sociedad en la que nos ha
tocado vivir.
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