De todo el culebrón Bárcenas hay una persona que, más bien
en la sombra y sin hacerse muy visible a excepción de los temas relacionados
con las tareas de gobierno, va a salir fortalecida en el PP. Me refiero a
Soraya Sanz de Santamaría, la súper vicepresidenta.
Hasta este momento, aunque ha tenido que tragar algunos
sapos y culebras debido a las medidas adoptadas por Rajoy y su equipo sin
olvidar que ella misma forma parte de él, ha sabido ir capeando el temporal y,
con su carita de niña que nunca ha roto una muñeca, pasar casi desapercibida en
este maremagno de declaraciones a favor o en contra de los nombres que aparecen
en los últimos papeles y entrevistas del ex tesorero. Sobre todo, el de su
presidente.
Ella deja que Montoro, Gallardón, Cospedal, Aguirre y
demás entren al trapo con el fin de que queden desacreditados en caso de que se
demuestren reales y verdaderos los datos acusatorios. O no, porque para el caso
es igual.
Se pasea por Bruselas como el hada madrina del gobierno
español. Y mientras aquí ella hace todo lo posible por lavar su ropa en lavaderos
un poco apartados de la letrina en que se ha convertido todo el asunto. A fin
de cuentas, si todo queda en nada, ella sigue como está, y si los truenos
acaban por hacer escapar a los más cercanos para refugiarse de la tormenta,
allí estará ella para continuar la labor empezada y poner su cara si fuese
necesario en las próximas elecciones. Tampoco sería de extrañar.
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