El trágico accidente de Santiago es uno de los peores de la historia del
ferrocarril español. Ochenta muertos de momento, según oí en la radio, y ciento
y muchos heridos, de los cuales hay varios en estado gravísimo. Ante semejante acontecimiento
no queda más remedio que acompañar a todos esos familiares y amigos en estas horas tan luctuosas, mostrándoles
todo nuestro ánimo y apoyo. Con la mayor humildad, pero con la mayor sinceridad,
desde este modesto blog, me sumo a tanta y tanta gente de todo el mundo que así
lo hizo.
No es momento ahora mismo de buscar responsables sino de
echar una mano, fuerte y cariñosa, a todas estas personas que están aún atribulados
y estupefactos ante tal accidente que de buenas a primeras les llevó por
delante a alguno de sus allegados más queridos, o ha enviado al hospital a
cualquiera de esos pasajeros que se debaten todavía hoy entre la vida y la
muerte. Centrémonos también en los vivos, los que han salido ilesos, porque
también ellos habrán sufrido lo suyo y seguro que a lo largo de su vida este
viaje se convertirá en una verdadera tortura.
Mostremos, pues, nuestro aliento y dediquemos todo nuestro
esfuerzo a todos cuantos han sido víctimas de una u otra manera de esta
fatalidad.
Así pues, dejemos para dentro de unos días las causas de
semejante tragedia. Lo primero es lo primero.
Sé que es difícil en momentos así, pero intenten pensar en como ser felices día a día.
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