martes, 12 de enero de 2010

Año de nieves, año de...¿?

Aún no nos hemos recuperado del frío, de la nieve y del hielo de estos últimos días y ya andamos preocupados, más o menos, por el cambio de temperaturas, por si soplan vientos del sur, por si el parte meteorológico da lluvias para varios días y entonces las riadas se van a convertir en un problema aún mayor que el pasado.
Así que cuidado con el refrán famoso de "año de nieves, año de bienes" puesto que, cuando nació esta expresión, supongo que no se ha tenido en cuenta el deshielo de esta forma tan brusca, ni los problemas de accesibilidad a determinados pueblos y lugares que obliga a sus vecinos a adoptar decisiones con las que no contaban, ni los cortes de corriente eléctrica que sumen a veces en la desesperación a una parte de esta sociedad consumista en la que vivimos y contra la que no somos capaces de rebelarnos, ni la situación de desamparo en que quedan miles de animales que se ven obligados a cambiar sus hábitos, ni los problemas de personas desarraigadas que aún conviven a nuestro alrededor estirando una mano que espera una pequeña limosna mientras nosotros miramos para otro lado al tiempo que nos vamos a las rebajas, ni... (estoy seguro que cada uno podría escribir aquí una situación para completarlo).
Por eso los refranes, como cualquier otro dicho que bien puede venir a cuento según las circunstancias en las que estemos inmersos, deberíamos pensarlos muy bien antes de decirlos tan alegremente. Las situaciones no siempre son las mismas y pueden dar lugar a interpretaciones verdaderamente ambiguas en virtud del ser a quien afecte.
Y esto se me ocurre porque estos días en las tertulias de los medios de comunicación se compara la situación meteorológica de este fin de semana con la de hace casi justo un año para colocarnos la idea de que este vez sí se atajaron los problemas con suficiencia. ¡Cómo se nota que quienes opinan viven en Madrid, Barcelona o en el centro de Oviedo, por un decir! Me gustaría verlos atrapados en un pueblo del suroccidente asturiano, de la montaña cántabra, o de cualquier otra comunidad afectada por el temporal. ¡Quién los vería cambiar y mantener una opinión justamente contraria a la que hoy expresan, explayándose con ejemplos que nada tienen que ver con la realidad diaria de estos lugares alejados de sus sillones cómodamente situados en platós calentitos y desde donde se puede pontificar para alabar o criticar según sus pensamientos políticos!
Y es que nunca llueve a gusto de todos.

¡Hala, que ya está bien! Que ustedes disfruten y no me hagan mucho caso que a veces ni yo mismo me entiendo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario