Hay muchas cosas que nos pueden hacer reír y sentir mejor si
no fuesen en el fondo tan tristes.
Me he parado a leer algunos de los diarios nacionales y
obtuve la recompensa que me esperaba y que confirma lo escrito anteriormente.
De un lado me detengo en la noticia de que los clientes
suelen tener razón en casi todas las reclamaciones contra sus entidades
bancarias. El Banco de España reconoce que el año pasado más de un ochenta por
ciento de esas razones han sido obviadas por los bancos. O lo que es lo mismo,
tú reclama que, tengas o no tengas razón, pierdes siempre o casi. Ante este
hecho a mí me parece increíble que las decisiones tomadas por los expertos del
Banco de España no sean vinculantes para las entidades financieras. Así que es
que enviar reclamaciones allí es algo así como sembrar trigo en medio del Océano
Atlántico. ¿Hay soluciones a esto? Me gustaría saberlo porque aparte de alguna
que otra inspección que de poco sirve, tararí que te vi. Lo único que se saca
en conclusión de esto es que siguen tomándonos el pelo por todo lo alto. ¿Hasta
cuándo?
Y por otro lado, algo que anima a muchos forofos del fútbol
es que su club se convierta en algo más que un club, como dicen en Can Barça,
pero que es compartido por los demás que no arman tal zafarrancho de banderas,
pero que también desean lo suyo. Y nada mejor para sentirse bien por parte de
estos aficionados que cuando su club ficha a un genio del balón. Ahí están los
casos de Neymar o bien, si la prensa deportiva no se equivoca, el supuesto de
Bale que estaría casi a punto. Para caerse de culo cuando lee los millones que
se manejan. O pagar a un jugador, por bueno que sea, en algún caso unos
diecisiete millones netos de euros al año. Y de repente a ninguno de estos fans
futboleros de los domingos les da por pensar qué se podría hacer con tales millonadas.
No hay crisis, no hay paro, no hay hambre, parece que todo está bien y seguimos
“viviendo por encima de nuestras posibilidades”, cantando himnos más o menos
inspirados en la lucha y la garra, ja ja, entonando el alirón o llorando una
derrota y ondeando trapos con los colores de unos o de otros como si en ello
nos fuese la vida, el trabajo y el pan y las habichuelas de cada día. No hace
mucho leía que el fútbol en España corría el riego de desaparecer de manera
profesional, solo quedarían tres o cuatro clubes y amén. ¡A ver si es verdad, desaparecen
todos y empiezan de cero!
¿Por qué son/somos tan tontos los seguidores de los clubes? Preferimos
gastar una pasta en el abono de temporada o en la entrada de cada domingo para
ver a unos jugadores sobre el césped que se besan un escudo cuando marcan el
gol hoy y mañana en el equipo contrario besan el otro. Y chillamos y
enronquecemos en los campos animando a unos “mataos” que nos están sacando los
cuartos descaradamente año tras año porque nadie es capaz de poner freno a
estos despilfarros. Y que nadie me cuente si son o no sociedades anónimas. deben dinero a espuertas al Estado y este les sigue permitiendo barbaridades
semejantes. Si fuesen pequeñas o medianas empresas, acabarían cerradas y embargadas por papá Estado, pero el fútbol...¡Tiene bula y hasta la bendición apostólica! Todos los años hay clubes que deben dinero, que no pagan a sus trabajadores,
a sus jugadores, a sus proveedores, a Hacienda, a la SS, etc. Debe de ponerse
remedio a la enfermedad, si se puede y resulta que sí se puede si se quiere,
antes de que acabe con este deporte. Aunque, quién sabe, tal vez sería lo
mejor, mantener el fútbol de aficionados, el amateur, el de juveniles, el de
esas categorías inferiores que dan en el campo todo lo que tienen y juegan por
jugar, por divertirse, por hacer deporte, por disfrutar con sus amigos.
Al menos en estos tiempos que corren no nos sacarían
los colores.
No obstante, yo la solución alternativa la he
encontrado hace tiempo: leer un libro. Con el equipo de sus personajes nunca
pierdo y algo aprendo.
Pásenlo bien y no se olviden de la
sonrisa.
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