Es increíble como las cosas que acontecen alrededor del
dichoso Peñón se están enredando de una manera pasmosa. ¡Qué peñazo nos llevan dando todo el verano! Los ciudadanos
españoles nos hemos quedado con los bloques de hormigón con ganchos que los
gibraltareños arrojaron al mar, con el contrabando, con la duna de Tarifa y con las largas colas para entrar y salir a/de
la pérfida roca. Más o menos. Mientras que los políticos marean la perdiz
sabiendo por adelantado a lo que van a llegar o casi, a los vecinos de La Línea
les están tocando las narices con todos estos problemas de los que ellos ni son
ni han sido responsables nunca.
Lo que verdaderamente es vergonzoso es que Gibraltar siga
siendo una muesca en el colt de Gran Bretaña, igual que Las Malvinas o Hong Kong,
hasta hace bien poco porque China es China. Han sido descolonizadas casi todas
aquellas conquistas de años pasados, de tiempos perdidos en la bruma de la
historia, cuando parecía que los países europeos y no europeos querían conquistar
el mundo. Hoy los tiempos han cambiado
tanto que ahora son completamente obsoletas aquellas aspiraciones, vestigios de
un pasado que ya no va a volver pero que a veces nos castiga con situaciones
tan anómalas como esta. Incluso, yendo más lejos, a día de hoy existen regiones
que no están a gusto con la pertenencia a determinados países y buscan por
todos los medios su independencia.
Me encanta oír, por no decir una barbaridad del tipo “serán
gilipollas”, que el gobierno inglés se remita al de Gibraltar para tratar temas
que afectan a España. ¿Se imaginan entonces a una gran manifestación de
españoles formada por miles y miles de personas entrando por las buenas en el
dichoso peñón? No solo eso, sino invadiendo sus calles y sus negocios,
produciendo un maremoto de situaciones kafkianas ante el terrible dilema de
Picardo sobre si echarlos a todos para España o dejarlos. ¿Qué haría ante eso
el gobierno de Cameron, dejar que Picardo se arregle como pueda? ¿Qué harían los monitos gibraltareños, se lanzarían de cabeza al mar? En Gran
Bretaña se están intentando lavar las manos porque el poder económico de Gibraltar
es tanto que no quieren meterse en follones con sus propios ricachones. Hasta pueden
tener cierto miedo a que les surja una nueva Escocia.
Hay muchas hipocresía en esa Albión del norte respecto a
eso, pero también se sienten fuertes dentro de sus horizontes de grandeza
siendo de los últimos países del mundo empeñados en mantener en Occidente
atribuciones más propias del siglo XIX que del XXI. Fíjense si no en que aún la
Reina es la reina de las antiguas colonias. ¡Pobres de estas, también, que no han sido
capaces, aún después de tantos años, de independizarse de la hegemonía de
aquellos que los esclavizaron! ¿Y qué dice la UE? No sabe, no contesta.
Es un país que sigue anclado en la libra y la yarda, en la
milla y en la conducción al revés que el resto de Europa, un país que no se
siente parte del continente y cuyos lazos están totalmente enraizados con los
EEUU de quien tal vea debería de formar parte, de ser otro de sus estados. Pero
un país con poder de veto en esa somnolienta, demodé y arcaica organización llamada ONU, que
sirve de disculpa para que el orbe
piense que existe un orden mundial, y que por lo tanto nunca va a consentir que
la última de sus colonias europeas pase a formar parte de la nación a la que le
corresponda. Y la razón está en que el país a quien ha de devolvérsele es España
y esta no va a seguir mucho el juego porque hay dos ciudades en el norte de Marruecos
que habrían de llevar el mismo camino, nos guste o no. Y además, mal que nos pese, ¿qué peso tiene España en la política mundial?
Seamos consecuentes, pidamos lo que queremos
sabiendo que nosotros vamos a hacer lo que es justo. Siéntense a negociar ambos
gobiernos conociendo de antemano sus limitaciones e intenten que los ciudadanos
vecinos no paguen el pato.
¡Ay, si devolvieran El Peñón! Yo propondría volar hasta la
última roca para que no volviese a darnos más guerra y enviar los monos con sus parientes a las montañas de
Marruecos.
Pasen un buen día, sean felices y acuérdense
de la sonrisa.
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