Escribía el cinco de julio en un articulo de este blog, (“Uf,que mundo!”) .
Más de un mes después, la predicción, por desgracia, se ha
visto confirmada. No es que yo sea un
analista político ni nada que se le parezca, pero en aquellos momentos a
cualquier persona de este mundo que se hubiese parado a pensar mínimamente en
lo que había sucedido en Egipto no le podrán extrañar los tristes sucesos que
hoy vemos.
Se cuentan por centenares, cuando no hayan llegado ya a
miles, las vidas humanas que se han ido al más allá a partir de una confrontación
entre un ejército acostumbrado al mando dictatorial (como en todos los ejércitos
del mundo) y una Hermandad que se rige literalmente por la interpretación que
unas personas hacen de las leyes sagradas del Islam. Enfrentar a ambos, ejército
y religión, da como resultado el que conocemos: muerte y barbarie mande el que
mande. Ni las dictaduras militares son deseables en ningún país ni los gobiernos
siguiendo los contenidos de una religión son la solución. A lo largo de la
historia hemos tenido ejemplos de ambos y ninguno nos ha dado nada bueno, solo
muertes, genocidios, odios, violencia larvada o real, venganzas, asesinatos,
hambre y oscuridad en los que se ve inmerso un pueblo que retrasa años y años su
desarrollo social, cultural y económico Durante esos episodios la sociedad
permanece en un estado de miedo, ceguera y de falta de civismo aterradora para
quienes aún podemos verlo desde afuera.
Y ese camino lleva la revolución egipcia. Veremos en qué
queda, pero nada bueno como para que sirva de ejemplo de algo tan importante
para el ser humano como es la libertad, creo yo.
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