¡Lo ha clavado, presi! Ya le dije ayer que hoy volvería a
escribirle. Pero no se acostumbre, que hay más cosas y a mí me gusta eso de ir
picando de flor en flor. Me agrada más que centrarme en un solo tema. No me
importa en absoluto lo que alguno piense, ya sabe, “ande yo caliente, ríase la
gente”.
Pero a lo que iba al principio. Lo ha clavado, jefe. Ha
sacado usted a colación en su discurso hasta nueve citas del jefe opositor. Genial.
De verdad. Casi parece que le ha escrito él el discurso. Bueno, por lo menos se lo ha simplificado. No obstante, yo que
usted le diría a alguno de sus subordinados, a los que le escriben el discurso
o lo ayudan, a que hubiese buscado en la hemeroteca hasta conseguir una decima
cita. Queda mejor el número, ¿no le parece?. Es como si se hubiese quedado solamente en el sobresaliente, pudiendo haber
optado fácilmente a la matrícula de honor, al diez, al excelso número al que
aspiran genios y magos como ustedes dos, Rubalcaba y usted, el que pondría de nota Wert para obtener una beca si le dejasen.
También podría haber enumerado las susodichas, es decir, “fin
de la primera cita, fin de la segunda cita, fin de la tercera cita, fin de la…”
para que su amigo opositor se diese cuenta de la cantidad de veces que él defendió
su propia inocencia, la de otros compañeros o la de su partido con las mismas palabras
ante acusaciones, si no iguales, de una similar o parecida naturaleza.
De todo ello no nos queda más remedio a los españoles que reafirmarnos
en la convicción que empieza a existir cada vez con más brío de que son ambos
partidos y sus políticos iguales ante hechos que deben tratarse y medirse
dentro de la responsabilidad política con cierta consideración y respeto a
quienes viven en este país. Cuando se descubre algo que implica a cualquiera de
ustedes, siempre lo tapan con eufemismos, con los peligros para la democracia, con la
defensa de España, con Europa, con la economía o con monsergas calientes. No conocen la palabra dimisión, en su diccionario particular la RAE la ha borrado o bien ustedes han arrancado directamente la hoja. No se apean de la burra aunque esté
derrengada a causa de los palos que le han dado por no saber cómo montar en
ella. Son incapaces ni siquiera de permitirles a otros que lo intenten, aunque
sean de su mismo partido. Usted se compara a sí mismo sin bochorno ninguno al Estado, pero también lo
piensa así su principal opositor de sí mismo, no se crea.
Desde hace tiempo me dan pena ambos, pero qué le voy a
hacer. Lo que hay es lo que hay, al menos hasta dentro de casi tres años si
usted o la sociedad no lo impiden.
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