No
sé si hoy el Rey encomendará a alguno de los candidatos la formación de
gobierno. No obstante, y ya que su cargo constitucional es el de Jefe del Estado,
no estaría de más que tanto Rajoy como Sánchez saliesen de allí con un buen
tirón de orejas. Tampoco es factible ni siquiera imaginar que, después de
cuarenta días deambulando por el desierto, como en la Biblia, aún no hayan tenido
ninguna visión para obtener una mayoría necesaria en el Congreso y dejarse de
tanta payasada y tantas ínfulas de ser cada uno de ellos el mejor para España,
porque lo único que demuestran es su incompetencia para el cargo al que
aspiran. Lo único que están dejando claro, de momento, es que ni uno ni otro
acapara en su interior razones sobradas como para dirigir nuestro país. Uno,
porque ni siquiera ha sido capaz de ponerse seriamente en contacto con los
demás partidos, o apartarse delicadamente a un lado dejando la tarea a otro,
esperando que la manzana del poder le caiga madura a los pies, cuando en
realidad es más seguro que caiga ya podre; y el otro, ya no solo porque no
creen en él ni dentro de su propio partido, hecho ya de por sí incalificable
cuando fueron esos mismos quienes lo auparon al puesto que desempeña con el
objetivo de llegar a la Presidencia, sino porque, a pesar de ello, se empeña en
seguir erre que erre con su idea de pasar por encima de todo el aparato con tal
de obtener sus ambiciones personales, unas ambiciones que desde Podemos le
untan con azúcar caramelizado para que siga adelante esperando que acuda raudo
a su lado.
Si
hay algo diáfano en esta situación surrealista es que vamos a segur otra
temporada viéndolos cobrar, pero soltando diatribas unos de otros hasta
cansarnos. ¡Ay, como haya otras elecciones! La abstención se pondrá las botas.
Sigan confiando en
que algo se arreglará y no pierdan la fe, mientras sonríen ante estos hechos.
Última
hora, acabo de enterarme: ¡Jeje, el Rey ha propuesto a Sánchez para formar
gobierno porque Rajoy sigue en sus trece!. Ya veremos, dice que comenzará mañana mismo a intentarlo. Me
pregunto: ¿qué hizo hasta hoy durante estos cuarenta días aparte de discutir con sus compañeros de partido? A mí me da la risa, aunque el tema sea de lo
más serio.
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