En
esa operación Frontino en la que se investiga a varios dirigentes de la empresa
pública Acuamed, el juez Velasco, aunque ha decretado prisión incondicional a
cinco de ellos, haciendo ver en las declaraciones que se conocen que fueron los
grandes organizadores y beneficiarios del fraude perpetrado desde esa empresa
al Estado, ha dejado que otros ocho con fianzas risibles se paseen entre los
ciudadanos. No hay mucha ejemplaridad en ello, pero las leyes que tenemos en
este país así lo permiten, ¡qué le vamos a hacer!
Es
interesante, y mucho también, conocer como una persona, ex directivo de
Acuamed, puso al tanto de las tramas delictivas a sus superiores del Ministerio
de Agricultura (que, por cierto, a día de hoy se han lavado las manos y no dimite ningún responsable de los nombramientos), pero los servicios jurídicos, por lo visto, no hallaron
indicios de delito. ¡Menudos servicios jurídicos de los que dispone este
Ministerio! Prefiero pensar que se equivocaron o que no estudiaron el caso como
se debía (aunque esto sería un indicio claro de la inutilidad de las personas
encargadas de su investigación), porque creer que pudiesen estar implicadas de
una u otra manera, aunque sólo fuese de forma superficial o por amiguismo, supondría
una red de corrupción demasiado amplia.
Pero
más chocante aún es que el mismo juez Velasco haya detenido a tres altos
directivos de tres grandes empresas constructoras españolas por participar de forma activa en
este inmenso fraude, uno más de los cientos que asuelan nuestro país (¡anda, que no quedan empresas sueltas por ahí metidas en casos similares). No
obstante, echo en falta, con excepciones contadas con los dedos de la mano siempre
que aparecen casos de corrupción semejantes, la prisión incondicional para
estos señores. Estos empresarios, lo mismo que los cargos públicos inmersos en
el chanchullo, deberían estar todos en la misma celda, a buen recaudo, y
devolver todo cuanto han robado a los españoles, amén de una fuerte multa que
les deje, si no en bragas o calzoncillos, sí con lo puesto. Aparte, la
inhabilitación total y absoluta para detentar un cargo que conlleve
responsabilidades análogas a aquella por la que fueron detenidos u otras cualesquiera,
para unos y otros, tanto en el ámbito público como privado. Ese ejemplo sería
el ideal para que otros muchos, muchísimos, no se sintiesen tentados de hacer
lo mismo.
Sigan
disfrutando del día y esperando con una sonrisa a que tanto los corruptores
como los corruptos alguna vez sean condenados a penas de cárcel que se cumplan
íntegras.
Esto de la corrupción no tiene arreglo, porque a fin de cuentas ¿quienes hacen las leyes?. Y ?
ResponderEliminar¿ En beneficio de quienes las hacen?
Yo hace tiempo que perdí la fé y ahora ya perdí también la esperanza.
Abrazos
Gayoleru