miércoles, 5 de junio de 2013

DEPREDADORES HIPÓCRITAS

Mientras Aguirre respalda los sueldos por debajo del salario mínimo, Rajoy presume de que no tuvo que bajar las pensiones y los españoles asistimos estupefactos a estos declaraciones que implican caminos inextricables para llegar a entender a estas personas y que no están a nuestro alcance. Lo de Aguirre queda suficientemente claro entenderlo después de las manifestaciones del excelso gobernador del Banco de España, ese señor que dice amén a las teorías más ultraliberales que propugnan desde Europa, más bien desde Alemania. Pero lo de Rajoy clama al cielo. Decir que no bajó las pensiones es una memez cuando resulta que les subió el IVA una barbaridad a todos y les hace pagar por las medicinas, entre otras cosas. Eso no deja de ser una bajada de pensiones. O cómo nos va a contar la falta de actualización con el IPC después de haber dicho, redicho y prometido por activa y por pasiva que ese tema no lo iba a tocar e iba a respetar sus pagas.
Puede contar en Bruselas incluso el cuento de Caperucita Roja en la versión que más le guste y puede convencer a aquellos eurodiputados y sus ministros que la niña no era tonta de baba por andar relacionándose con lobos en medio del bosque y no distinguir entre él y su abuela, pero aquí en España no sé cómo les podemos consentir que diga semejantes tonterías. Es reírse de uno de los colectivos que más está sufriendo la crisis, aparte de los desempleados.
En cuanto a Aguirre, qué le vamos a decir. Cada vez que últimamente abre la boca para decir algo se le ve el plumero en cuento suelta la primera palabra. No entiendo a esta señora en estos lodos políticos, de los que se retiró voluntariamente, en vez de dedicarse a sus trabajos más que bien remunerados. Sus jefes no les debe de decir nada y consentirle todo, tal vez porque solo cuente  con ella por su nombre y no por su labor en la empresa. Tampoco  creo que  cobre  por debajo del salario mínimo, pero debería  de hacerlo para que, con su ejemplo, pudiese demostrar lo que habla, lo mismo que el sr. Linde. Me recuerda a alguien que empleaba la casa real para sus negocios, pero en cuanto a trabajo, ná de ná. Todos y todas acaban de la misma manera. Habría que echarlos a los tiburones del olvido. Antes de que ellos se conviertan en los depredadores ansiosos en que se quieren convertir para comernos hasta las entrañas.
Son unos hipócritas que se siguen riendo de todos nosotros.
 
Buen día y sigan con la sonrisa siempre en la boca. Esta no nos la pueden quitar.

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