Mientras Aguirre respalda los sueldos por debajo del
salario mínimo, Rajoy presume de que no tuvo que bajar las pensiones y los
españoles asistimos estupefactos a estos declaraciones que implican caminos
inextricables para llegar a entender a estas personas y que no están a nuestro
alcance. Lo de Aguirre queda suficientemente claro entenderlo después de las
manifestaciones del excelso gobernador del Banco de España, ese señor que dice
amén a las teorías más ultraliberales que propugnan desde Europa, más bien desde
Alemania. Pero lo de Rajoy clama al cielo. Decir que no bajó las pensiones es
una memez cuando resulta que les subió el IVA una barbaridad a todos y les hace
pagar por las medicinas, entre otras cosas. Eso no deja de ser una bajada de
pensiones. O cómo nos va a contar la falta de actualización con el IPC después
de haber dicho, redicho y prometido por activa y por pasiva que ese tema no lo
iba a tocar e iba a respetar sus pagas.
Puede contar en Bruselas incluso el cuento de Caperucita
Roja en la versión que más le guste y puede convencer a aquellos eurodiputados
y sus ministros que la niña no era tonta de baba por andar relacionándose con
lobos en medio del bosque y no distinguir entre él y su abuela, pero aquí en España
no sé cómo les podemos consentir que diga semejantes tonterías. Es reírse de
uno de los colectivos que más está sufriendo la crisis, aparte de los
desempleados.
En cuanto a Aguirre, qué le vamos a decir. Cada vez que
últimamente abre la boca para decir algo se le ve el plumero en cuento suelta
la primera palabra. No entiendo a esta señora en estos lodos políticos, de los
que se retiró voluntariamente, en vez de dedicarse a sus trabajos más que bien
remunerados. Sus jefes no les debe de decir nada y consentirle todo, tal vez
porque solo cuente con ella por su
nombre y no por su labor en la empresa. Tampoco creo que cobre por debajo del salario mínimo, pero debería de hacerlo para que, con su ejemplo, pudiese
demostrar lo que habla, lo mismo que el sr. Linde. Me recuerda a alguien que empleaba la casa real para
sus negocios, pero en cuanto a trabajo, ná de ná. Todos y todas acaban de la
misma manera. Habría que echarlos a los tiburones del olvido. Antes de que ellos se conviertan en los depredadores ansiosos en que se quieren convertir para comernos hasta las entrañas.
Son unos hipócritas que se siguen riendo de todos nosotros.
Buen día y sigan con la sonrisa siempre en la boca. Esta no nos la pueden quitar.
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