Había llegado a eso de las once de la mañana. Tenía la
cara y el resto del cuerpo abrasado de manchas. La varicela había sido
especialmente virulenta con él y a pesar de todo no se rascaba nada. Para lograrlo,
algo ayudaba la loción que le había recetado el pediatra y los polvos de
talquistina, pero yo no me imaginaba a mí mismo, al contrario que él con solo
cuatro años, sin echar las uñas a las dichosas y urticantes vesículas que se
esparcían por toda la piel.
Nada más entrar y quitar el chaquetón y los zapatos,
calzándose las zapatillas, se dirigió hacía la esquina del salón en busca de
los coches, camiones y motos de juguete. Al poco tiempo, una parte de la casa
estaba poblada de vehículos perfectamente aparcados: en el dormitorio, el
camión con un tractor cargado en su caja, y al lado un coche de policía; en una
esquina de la cocina, las dos motos; en el distribuidor de los dormitorios,
tres coches al lado de un radiador. Si se te ocurría moverle o cambiar uno de
sitio, automáticamente, en cuanto se daba cuenta, te miraba sin decir una
palabra y los colocaba nuevamente tal y como él los había dejado, sin
equivocarse en ninguno, les echaba una ojeada y volvía a otra cosa.
Hoy, este otro pasatiempo era ante el ordenador, en el que
le había tenido que poner la película de Spiderman. Le encanta el PC porque
puede parar la peli cuando quiere y anclarla en la barra de tareas para
continuarla en otro momento, abrir un documento de word y escribir algunas
nombres que conoce (su nombre, PAPA, MAMA, LUIS, y alguna palabra más, en
mayúsculas puesto que aún no domina las minúsculas) o abrir la página web que
le dejé para colorear on line diversos
dibujos de Superman o de Spiderman, sus dos superhéroes de momento.
Pues bien, a eso de las doce y media, estando yo a su lado
en el ordenador, pausa la peli y me dice:
-Luiz, ayer comí pezcado.
-No me digas. ¿Qué fue, para cenar?
-Cí, eran zardinaz.- me confirmó muy serio- Y hay que
tener mucho cuidado porque tienen huezoz y pinchan.
-No son huesos, cielo, son espinas- le hablé yo muy en plan
educador.
-Cí, ezpinaz.- y continuó seguidamente con sus imágenes
recordatorias del día anterior- Y hay que cecarlaz.
-¿Qué?- no entendí lo que me decía- ¿Que hay qué?
-Que hay que cecarlaz- me contestó muy serio y con gran
aplomo.
-¿Y para qué hay que secar las espinas? Querrás decir sacarlas, para evitar que te pinches
cuando vayas a comer.- Debió de verme la cara de perplejidad que puse.
-No, tonto, laz ezpinaz no, laz zardinaz. Hay que cecarlaz.
Yo debí de quedarme con tal cara de pasmo, que él echó
mano al ratón para volver con Spiderman. Pero antes de que lo hiciese, acerté a
preguntarle.
-¿Que hay que secarlas? ¿Y por qué hay que secarlas,
peque?
Dejó el ratón, se me quedó mirando como dándome a entender
que yo era un ignorante y a continuación pasó a explicármelo.
-Mira, Luiz, laz zardinaz zon pecez y entoncez hay que cecarlaz para comerlaz.
-No lo entiendo- no sabía que decirle ni por donde salir de
semejante aseveración. Tal parecía que iba a entablar un debate con él sobre
aquella apreciación.
-¡Ay, Luiiiiz, erez tonto! Laz zardinaz viven en el mar y
laz pezcan unoz ceñorez que van en barco…
-Sí- le atajé yo, queriendo introducir el lado didáctico a
la conversación, no sé si para que no me llamara tonto- Como las lubinas que
pesca abuelito, y las caballas, los tiburones,…
-¡Que no! ¡Uf!- De verdad que pensé que estaba sudando
para intentar aclararme las cosas.- No zon caballaz, son caballoz, como Zpirit,
y viven en los pradoz. Y loz tiburonez tampoco ce pezcan porque comen todo.
Ahora quedé estupefacto. Si me llego a mirar en ese
momento en el espejo estoy seguro que vería al mayor gilipollas de todos los
tiempos con cara de imbécil perdido. Intenté seguir la conversación, aunque ya
casi me daba por perdido.
-¿A quién comen, a los caballos?
-¡Que nooooo! Los tiburonez comen a laz zardinaz en el mar
y, ci loz hombrez los pezcan, laz comen en el barco. Por ezo no loz pezcan.
-¡Claro!- exclamé yo cada vez con los ojos más abiertos. -¿Pero
eso qué tiene que ver con secar las sardinas?
-¡Ay, Luiz, ufff! Laz zardinaz viven en el mar y cuando
laz pezcan zalen mojadaz. Por ezo, para que mami laz fría, primero tienen que cecarlaz en cajaz. Ci no, comemoz zardinas mojadaz y no zaben bien.
No fue capaz de abrir la boca durante unos segundos. No sé
qué cara puse ni qué cara me vio. Vamos que en aquel momento el niño debió de
haber pensado que había estado charlando con un ser de otro planeta, porque
puso cara de fastidio, seguramente pensando con su lógica aplastante, que no
entendía que un “ceñor” no supiera esas cosas.
Cuando quise volver a la carga, ya era tarde. Había hecho
clic con el ratón y Spiderman volaba entre los rascacielos de Nueva York.
No seguí, ¿para qué? Cada día que pasa no dejo de
sorprenderme con las cosas de los niños. ¿Y nosotros queremos enseñarlos? ¡Qué
va! ¡Cuánto podríamos aprender de ellos si los escucháramos!
Pásenlo bien. Sean felices. Un saludo.
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